miércoles, 18 de agosto de 2010

La "milagrosa" cura de Babelis


APITERAPIA: ¿ÉXITO O FRAUDE?

Norberto G. Asquini

En 1965 Arizona, el último pueblo del sur de San Luis, comenzó a ser centro de un fenómeno social, mediático, de discusión tanto en ámbitos científicas como populares y que llegó a las grandes urbes. Por entonces, los diarios dieron cuenta de una noticia que provocaría un suceso rayano en el milagro y que poco tiempo después se derrumbaría como las esperanzas de muchos de los enfermos que creyeron ciegamente en una posible cura a sus males y desfilaron hacia la población puntana: las curaciones realizadas a través de la Apiterapia, un tratamiento a base de picaduras de abejas que curaba la leucemia y los cánceres.

La supuesta curación milagrosa comenzó a circular popularmente cuando una joven de 17 años que había sido desahuciada por sus médicos en la Capital Federal al diagnosticarle leucemia y un pronóstico de sólo cuatro semanas de vida, se había curado de su mal tras ser atendida en Arizona por un médico local. Esa fue la primera experiencia que despertaría esperanzas, resquemores o escepticismo desde entonces hacia ese método alternativo.
Ese primer caso fue el de Dora Daniele, hija de un amigo del médico Estanislao Babelis, que fue desde Buenos Aires hasta Arizona con un cuadro de leucemia terminal el 8 de julio de 1965. Según los relatos periodísticos, ya en estado desesperante, la familia decidió regresar a la localidad desde Capital Federal y cortar el tratamiento “porque se moría”. Le pidieron al doctor Babelis que la dopara para evitarle más dolores y que tuviera una muerte tranquila. Pero el médico se opuso y les solicitó que lo dejaran hacer una prueba de apiterapia. La joven fue internada en el dispensario y se le comenzó a aplicar las picaduras de abejas.
Al día siguiente, según relato de Babelis tiempo después, “la chica se despertó con mejor ánimo y sin vómitos”. A pesar de una recaída, nuevamente intentó el tratamiento y la joven pidió a los dos días de comer y a mejorar. Primero se retrajo el paquete ganglionar, luego desapareció el proceso pulmonar y las hemorrágias, y así la paciente comenzó a mejorar “extraordinariamente”.
“Suspendí todo otro tratamiento menos Corticosteroides. El brazo, que tenía inflamado, se deshinchó. El cuadro sanguíneo mejoró. La chica aumentó de peso. El organismo, sin medicación alguna, expulsó el único ganglio que había quedado, a través de la piel. Es un caso único en los anales de la medicina. Lo envié a Institutos de Histopatología, en Buenos Aires, y al Instituto Rockefeller, en Estados Unidos”, dijo el médico a un cronista de la revista Gente.
Poco después comenzaría un fenómeno que rozó casi lo milagroso y donde el periodismo jugó en gran parte para expandir la novedad. Tal vez esa expansión del tiraje hizo insuflar más expectativas de las que se le podía otorgar a ese tratamiento alternativo. O tal vez la esperanza deposita por los desfallecientes hizo elevar a cura milagrosa la desaparición de una sintomatología.

¿QUIEN ERA BABELIS?
“La Apiterapia es un tratamiento en base a las abejas. Posiblemente el secreto sea la picadura. El veneno de ella”, explicaba Babelis. Desde los 9 años, Babelis se dedicó a la cría de abejas y ya médico leyó un artículo científico de los años ’30 sobre el poder del veneno de estos insectos para fines terapéuticos. “Mi experiencia me hace pensar que sea útil en enfermedades virósicas y tumorales. Sé, con seguridad, que el veneno de la picadura de las abejas detiene el crecimiento de los glóbulos blancos”, afirmaba.
Babelis nació en Siberia en 1919 y en los años ’60 trabajaba en el Dispensario de Salud Pública de Arizona. Se había recibido en la Facultad de Medicina de la Universidad de Kaunas, en Lituania, aunque nunca revalidó su título en Argentina. Tenía tres hijos, el último nacido en Italia, y había llegado al país en 1947 desde Europa tras la II Guerra Mundial. Muchos vincularían esa huída de la Europa en llamas a la participación en su país como colaborador de la invasión nazi, si bien esto no se pudo comprobar. Se radicó un tiempo en Chubut y fue autorizado a ejercer en Arizona en 1956 a donde llegó contratado por la comuna para hacerse cargo del hospital. Tenía además como actividad económica la apicultura cuyos colmenares le producían 79 mil kilos de miel por año.
A mediados de 1965 tras las primeras “curas milagrosas” que se empezaron a observar en la localidad, el fenómeno comenzaría a tener repercusión regional y luego nacional. El diario Zona Norte, de General Pico, empezó a dar cuenta del suceso en una serie de notas. Continuó La Reforma de la misma localidad para extenderse como un efecto dominó que invadió otras publicaciones y la noticia recorrió así el país. A nivel nacional Babelis apareció en diarios como el porteño La Prensa o el rosarino La Capital y revista como Ahora o Gente.
La profusión de notas inició una escalada mediática que llevó a muchos de los periódicos pampeanos a doblar el número de ejemplares vendidos. La novedosa terapia corría de la mano del silencio académico que por apatía, temor o precaución no se expedía públicamente.

ARIZONA, TIERRA
DE ESPERANZA
Desde la difusión periodística, comenzó un constante desfile de desahuciados hacia Arizona. Enfermos terminales de leucemia de todas las edades y hasta adultos con cáncer llegaron al pequeño pueblo. La cantidad de pacientes hizo que las instalaciones del hospital local quedaron chicas y que se tuvieran que acondicionar vagones del ferrocarril para que se instalacen los enfermos.
Arizona era por entonces un pueblo que tuvo su auge con la explotación del caldenal en los ’40 y que llegó a tener nueve aserraderos. En los ’60 ya estaba en franca declinación y el éxodo de sus habitantes ante la falta de trabajo era incesante.
“No, yo no curo nada. Soy quien intenta curarla”, dijo Babelis a los enviados periodísticos. “No aspiro a tener dinero ni fama, pero no les puedo negar a padres desesperados una última esperanza. Sólo atiendo casos desahuciados, donde la ciencia ya no puede más nada”, explicaba.
“Este médico ha hecho maravillas. Lo hemos traído sin posibilidades de salvación y ya ve usted como está. Nunca ha comido con más apetito que ahora”, dirá la madre de un joven de 13 años con leucemia.
Por entonces, el director del diario Zona Norte, José Villareal, trabajaba en la Escuela Normal de General Pico como docente y presenció una de esas “milagrosas curaciones”. Una de sus alumnas, de 17 años y que vivía en América, provincia de Buenos Aires, ya desesperanzada por la enfermedad, partió un día hacia la localidad puntana. Al poco tiempo y tras la apiterapia, conocidas las noticias de su recuperación, Villareal y un grupo de alumnos la fue a visitar a la localidad bonaerense y se encontró con una muchacha recuperada que hasta bailó frente a ellos en una fiesta.
La curiosidad personal y la inquietud periodística ante el fenómeno lo llevó varias veces hasta Arizona para conocer el novedoso tratamiento. “Babelis tenía un trato familiar con las abejas, esa actividad fue un derivado de su actividad como médico. La tomaba con sus manos y aplicaba las picadas en el brazo del paciente”, dice Villareal. “Babelis me decía que había observado que los apicultores en su tierra no contraían cáncer con la frecuencia que lo contraen otros conjuntos humanos y relacionaba las picaduras”, relata.

UN TESTIGO
Las noticias publicadas en Zona Norte sobre el asombroso, y hasta milagroso para muchos, método de curación comenzó un fenómeno editorial en esos primeros meses del año. Tanto Zona Norte como La Reforma, que también se hizo eco de la apiterapia, le dieron prolíficos espacios en sus tiradas y sus ventas se doblaron en cantidad entre los que observaban ese extraño fenómeno casi como la posibilidad de enfrentar a la muerte.
“Gran cantidad de personas enfermas llegaron hasta el lugar y saturaron la capacidad hospitalaria del pueblo”, dice el periodista. En una de sus estadías observó al menos dos centenares de personas que se iban a ser atender por Babelis.
Médicos advirtieron en los diarios sobre la imposibilidad de una cura permanente para las enfermedades que decía Babelis curar y advirtieron sobre el conocimiento de esos tratamientos paramédicos desde hacia siglos marginalmente aceptada por la medicina moderna. Colegios e instituciones médicas reaccionaron y hasta amenazaron con una sanción.
“Fraude no, tal vez hubo desmesura por su parte al no advertir las verdaderas consecuencias en su afán de sobresalir. Pero Babelis no cobraba, no se enriqueció. Estaba todo el día detrás de los enfermos a los que proporcionaba alojamiento y los cuidaba. Pudo ser un autoengaño del propio médico que no tomó las precauciones que la ciencia aconseja tomar en estos casos. Tal vez por sus aspiraciones tendió a exagerar las curaciones y a descuidar el marco científico”, explicará el testigo.
El fenómeno social y mediático duró unos meses. Poco después comenzaron a fallecer varios de los que fueron a buscar su cura. La chica de América que conoció el periodista tuvo una recaida y su estado de salud volvió a ser muy delicado hasta que murió. Se empezó a observar que la Apiterapia retrazaba el proceso de una enfermedad o lo invertía, hasta hacer desaparecer sus síntomas por momentos, pero esta seguía avanzando.
La prudencia de los que observaban ese fenómeno con ojos escépticos terminó por demostrar que este método alternativo tiene efectos terapéuticos pero no es una cura.
Poco a poco el fenómeno nacido en torno a Babelis y sus abejas comenzó a desinflarse hasta desaparecer. Allí quedaron las crónicas teñidas de esperanzas y alegrías ante el descubrimiento de un método para enfrentar a la muerte y que no pudo detener la enfermedad.

(Publicado en Caldenia)

11 comentarios:

  1. Gracias Norberto por este informe. Había sentido del caso hace pocos días, por lo cual con esto, se me amplía el panorama de lo que escuché en ese momento.

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  2. Doy Fe de la realidad de la eficiencia de la terapia, como hijo de apicultores he visto clientes cuando yo era chico que se hacian picar en las rodillas para el reuma o alguna otra dolencia de las articulaciones y nunca supe de recaidas, excepto cuando el paciente recaia en los malos habitos alimenticios (lease comida chatarra mucha carne poca fibra y un wiscacho por las noches) , habria que ver si ahora despues de 20 anios queda algun recuerdo y o registro de como les fue. ya le preguntare a mi hermano. ah.. y como es tan doloroso el tratamiento debo aclarar que nunca se cobro en casa por ese tipo de tratamiento... pero la gente de puro gusto siempre se llevaba un potecito de miel como diciendo: "estas abejas me las van a pagar, me llevo su miel jaja"

    Mario

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  3. En verdad estoy sorprendido por este artículo, quisiera saber más sobre los tratamientos del Dr Babelis, lo que si creo es que la academia siempre desestima de una manera arrogante las medicinas alternativas

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  4. Hola Norberto:

    Como estas?

    Muy Lindo lo que escribiste, yo soy Federico uno de los nietos del Dr. Estanislao Babelis.

    Si tenes un mail de contacto te lo voy a agradecer!

    Saludos!
    Federico

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  5. Conocí a Babelis cuando tenía 5 años (1975) en Arizona, mi padre trabajaba en el Banco Provincia y lo habían trasladado ahí. Por mi corta edad tengo vagos recuerdos de Él y su esposa. Si recuerdo lo que mi madre , que era maestra, me contaba de las anecdotas sobre la guerra en el frente ruso, si la memoria no me falla, y como en una oportunidad había salvado la vida de una persona quemada de la zona gracias a la premura de su intervención. También conozco una compañera que su padre era muy amigo de Él y el Padre de una paciente que lamentablemente murió tal vez debido al encarcelamiento y persecución del que fué víctima y que aquí no se comenta.

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  6. Hola, Interesante artículo y me he animado mucho más ha someterme a una terapia con el veneno de abejas, ya que no importa que no cure una enfermedad, lo importante es que ayude a que tengamos una mejor calidad de vida con un medicamento natural, la sociedad colombiana de apiterapia ha innovado un sistema indoloro pero igualmente eficaz, ya tengo cita para mañana, mi problema es que tengo condromalacia rotuliana, un degeneramiento del cartílago, es muy doloroso, pero como la apiterapia sirve para la artrosis y el reuma igualmente sirve para esto, porque ambas enfermedades dañan el cartílago. el tratamiento se hace por biodermia con un aparatico, este se llama apiterapia de segunda generación, por lo tanto se soluciona el problema del dolor y la inflamación....

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  7. HOLA FEDERICO
    VIENDO LA NOTA TE COMUNICO QUE TUVE EL GUSTO DE CONOCERLO A TU ABUELO Y A SU FAMILIA,SU PADRE SU MADRE SU SRA.RUTH Y SUS TRES HIJOS Y COMPARTIR LARGAS HORAS EN SU ARIZONA ALLA POR LA DÉCADA DE LOS 60 Y COMO MÉDICO QUE SOY Y QUE TODAVÍA EJERZO LA PROFESIÓN, FUÉ UN ORGULLO PARA MI PARTICIPAR APOYANDO A TU ABUELO EN LO QUE FUÉ EL PRIMER INTENTO DE APITERAPIA EN CASOS ONCOLÓGICOS EN EL HOMBRE, YA QUE SE HABÍAN HECHO ESTUDIOS EN ANIMALES DE LABORATORIO EN CANADÁ Y EN AUSTRALIA,ME EMOCIONÓ ENCONTRAR ESTA PÁGINA, ACTUALMENTE VIVO EN ENTRE RIOS,DEPARTAMENTO COLON. UN ABRAZO TE DEJO MI EMAIL robertofranco@ubajayer.com.ar

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  8. Muy interesante crónica. Vivo en Adolfo Gonzales Chaves (Prov. Bs. As.) Recuerdo haber oído sobre un Dr. Babelis que ejerció su profesión durante algún tiempo en esta ciudad, estimo que alrededor de la década del 60. Mi padre, farmacéutico, lo conoció y trató en razón de su profesión. Creo recordar algún comentario suyo respecto de las prescripciones del Dr. Babelis, poco habituales con respecto a las de sus colegas locales, seguramente debidas a su diferente formación profesional. Presumo que se trata de la misma persona cuya actividad se reseña aquí. Me encantaría saber si alguien pudiera confirmar esta presunción mía.

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  9. el dr BABELIS atendiò mi naciomiento en el dique florentino ameghino, pcia de CHUBUT, muy buenos recuerdos me cuenta mi padre, siempre acompañado de su sra esposa...... ello en su paso por CHUBUT

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