lunes, 3 de enero de 2011

Cuba, la vida misma (II)

Segunda entrega del diario de viajero de Juan Carlos Pumilla en la isla de Cuba. Desde la pasión por las telenovelas hasta el lugar en el que estuvieron prisioneros los hermanos Castro. Un sitio donde se respira revolución.



El sinsonte no puede vivir en cautiverio. Cuando lo encierran, su familia le lleva semillas de plantas venenosas que él ingiere. Porque el sinsonte, como los cubanos, sólo quieren vivir de una sola manera.

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Pedro y Marta acaban de regresar de Santo Domingo, el país donde más del noventa por ciento de su población es pobre. Los dominicanos, comentan, no pueden salir al exterior porque los pasaportes los extiende el gobierno a valores siderales. Para los amigos de Mascanosa los dominicanos son libres.

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Héctor regala a los visitantes las obras completas de Martí y comenta que su lectura lo acompañó en las frías noches angoleñas donde estuvo varias veces en posición de combate. Al día siguiente ofrece detalles del Complejo Tarará, el lugar donde más de seis mil niños de Chernobyl acudieron y acuden a curarse. Ese es el internacionalismo que queda mal.

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Naborí es hombre sabio y sensible. Lleva el nombre de los más humildes entre los humildes. Su poesía es tierna y paisana y alguna vez el Che se lo hizo saber con su silencio. Naborí es ciego y desgrana con gracia y emoción los versos que los campesinos repiten luego en toda la isla. El habla y los demás callan. A su término, luego de las emociones y los abrazos un guajiro se le acerca y apunta: compañero, tu has empleado una sinestesia muy atrevida.

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En cada calle de Cuba hay dos miembros del Comando de la Revolución. De manera que por manzana hay ocho cederistas. Ellos son responsables de las cuestiones ideológicas, políticas y de seguridad de su barrio. Esta tarea es complementada por los Pioneros, los niños de edad escolar que con su sola presencia son un toque de atención sobre todo lo que está en juego en Cuba. Además, en forma ascendente, en cada barrio hay un delegado, una especie de concejal al que se le debe y pude pedir cuenta cotidianamente de sus actos. En la proyección de responsabilidades se encuentran las asambleas y núcleos orgánicos más específicos que garantizan, entre otras cosas, la preservación de las formas democráticas de participación y protagonismo. Todo esto va configurando un entramado sutil y apretado, como una malla de metal. Por esta trama podrá pasar el viento pero es seguro que no penetrarán las moscas.

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Las telenovelas son pasión nacional. En ellas hay intrigas y desvelos, misterios y rencores. En sus argumentos tampoco estarán ausentes aspectos de la historia o de la despiadada realidad. Al día siguiente de un corte de luz buena parte de la jornada laboral se emplea en repasar el episodio que no se ha visto. Porque nadie debe quedar desactualizado sobre qué le pasa a la muchacha que ha sido abandonada por el hombre que no la merece.

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Los turistas son franceses, holandeses, mejicanos, españoles... Miran sin ver, aburridos, la enorme biblioteca que Papa Hemingway poseía en su finca de ocho hectáreas rodeadas de cocoteros, mangos y framboyanes. Los turistas consultan sus relojes y se deleitan con el ron con cola que tomarán al cabo de la visita. De pronto sus lucubraciones se detienen y un brillo de interés crece en sus ojos. El guía va diciendo: aquí, ven, en esta piscina se bañaba desnuda Ava Gadner.

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En la Isla del Pino estuvieron prisioneros Raúl y Fidel Castro. Ahora se llama Isla de la Juventud, por la cantidad de colegios que allí se han construido. Ese es el punto donde en breve transcurrirá, el festival Cuba Vive, en el que participarán el grupo Iraupén y la pareja de baile Marín-Rogero. El lugar tiene encanto y misterio, grandes palmeras, arenas blancas e hilillos de agua. Un paraíso. No en vano se inspiró en ella Robert Louis Stevenson para escribir su Isla del Tesoro.

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