miércoles, 5 de enero de 2011

Cuba, la vida misma (III y última parte)

Ultimas notas del diario de viajero de Juan Carlos Pumilla a la isla de Cuba. Un recorrido desde las elecciones municipales a personajes como Hemingway y Alain Delón y su vinculación con el país de la revolución.



El almacén está ubicado a media cuadra de la catedral. Por eso le quedó su denominación de Bodeguita del medio. Entre el aluvión de cámaras y flashes y voces altisonantes en varios idiomas todavía se puede advertir, no sin esfuerzo la presencia linda y buena del fantasma de Guillén diciendo sus sones para el mítico Martínez, el primer dueño el negocio de abastecimiento. En los años cuarenta, ya decidido su destino de bar y casa de comidas, Ernest Hemingway elaboraba detallados planes de patrullaje costero y misiones de hostigamiento al nazismo en ascenso. Los planes se hacían y deshacían con una facilidad increíble, de la misma manera que desaparecían las botellas de ron. Uno de los bebedores, que participaba de aquellas estrategias de guerra sería luego un personaje muy bien conocido por los argentinos: Spruille Braden.
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La Cabaña es un prodigio desde el punto de vista del sistema defensivo colonial en la bahía de La Habana y una maravilla arquitectónica. Tras sus puentes levadizos se encuentran las edificaciones de la superioridad y las celdas para prisioneros. En una de ellas estuvo José Martí, antes de su deportación a España y de su corresponsalía para el diario La Nación de Buenos Aires. A pocos metros la memoria histórica conserva un garrote vil e instrumentos varios de tortura. Todo se conserva, porque la memoria no es memoria si contiene olvidos.
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La mulata se ríe y confiesa que muchas cosas faltan pero nadie deja de comer, ni de vestirse, ni de educarse, ni de curarse en salud. Con decirte, chico, que ahora tenemos un problema: no hay casi mortalidad infantil y se ha aumentado a más de setenta años la expectativa de vida, con los problemas que ello trae aparejados. Luego, vuelve a decir que añora un chicle y esas trusas tan boniticas que aparecen en la televisión por cable. Cuando el viajero cuenta la situación de su país la mulata pone cara de lástima y exclama: ¡ay, pobres!
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Roberto Robaina es, simplemente Robertico. Como es costumbre todos lo tutean y el responde con carcajadas a las preguntas ingeniosas de los periodistas. Avanzada la conferencia de prensa, en la que ha hecho gala de un fino humor y grandes ademanes, mira su reloj y decide: bueno, compañeros, por hoy ya basta, que está por comenzar la telenovela y la gente la quiere ver.
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En la víspera de las elecciones municipales toda Cuba se entremezcla en un debate de críticas y propuestas, de condenas y planteos. Nadie se salva de la mirada penetrante de los cubanos a los que nada les cae bien, para los que todo anda patas para arriba. Nadie se salva, con excepción de los próceres de la historia y el Che. En la víspera el debate es tan intenso y arduo que el viajero es sacudido por el flagelo de la duda. Este es el panorama de la víspera que Niurka, Eduardo y Ramón no ocultan y proponen a la discusión. El día del comicio amanece poblado de pioneritos que llevan las urnas y ejecutan el Operativo Tun-Tun, para despertar a los dormilones. El sol se eleva lentamente y a los primeros votantes de cada mesa se les regala una flor. Están en condiciones de votar siete millones y medio de isleños pero el voto no es obligatorio y más de un habitante de Miami sueña con un estrepitoso fracaso. No será así: un día después las agencias internacionales admiten que votaron positivamente más del noventa y cinco por ciento.
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Una, dos, tres... doscientas. El que sabe o las ha contado sostiene que son doscientas y están rodando en toda la isla. Son las ambulancias de marca francesa que el actor Alain Delón regaló al gobierno cubano en reconocimiento a sus adelantos quirúrgicos y la grandeza de su pueblo.
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La cabaña era el reducto de las fuerzas de Batista que el Che debía recuperar en la última ofensiva para dominar La Habana. Luego de cumplir con este objetivo, lentamente, fue ingresando a la leyenda. Es en la comandancia del Che en que se produce la ceremonia, repetida por siglos, del cañonazo de las nueve. Quizás en esta relación haya una enseñanza, algo, una cosa, que ayude a establecer una conclusión didáctica. El viajero se aleja del lugar sumido en estos pensamientos mientras se escucha, a lo lejos, como un cañonazo, el canto de un sinsonte.

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