viernes, 18 de febrero de 2011

El fantasma de la guerrilla (II Parte)


"Culatas" sindicales de la CGT o prácticas armadas en el oeste, también colaboraron para que el gobierno o la prensa pampeanos agitaran los miedos a la incursión de las organizaciones revolucionarias en la provincia.


Norberto Asquini

Pero también la posible incursión de estos grupos tenía algunos visos de realidad. En agosto de 1973, un guardaespaldas del líder sindical José Rucci fue detenido en General Acha. La noticia fue conocida por la prensa una semana después a pesar de que la policía y la justicia pampeanas quisieron mantenerla oculta. El matón, identificado como Alfredo Casale, de 28 años, fue capturado en el sur de la provincia. Junto a un grupo de “culatas”, había intentado secuestrar a un funcionario público en Río Negro y la policía de esa jurisdicción había iniciado una persecución que llevó al matón a una alocada escapatoria hacia La Pampa. La camioneta del hombre pasó a territorio pampeano por La Adela, donde continuaron la persecución móviles locales. Tras internarse en caminos vecinales y romper nueve tranqueras, tratando de despistar a los uniformados, cerca de la localidad de Cuchillo Có el guardaespaldas abandonó el vehículo y huyó a pie a través de un monte de caldenes donde se le perdió el rastro. Poco después fue capturado. Desde el peronismo nacional se movilizaron las redes de influencia y llegó hasta General Acha, donde estaba detenido Casale, un abogado asesor del bloque de diputados nacionales del Frejuli que intercedió para su liberación. También lo habría hecho telefónicamente Pedro Ventura Mayoral, abogado personal de Juan D. Perón, y el diputado nacional Rodolfo Arce.

Zona muy visitada.

La detención de doce militantes platense en noviembre del 73 desnudó una situación que se conocía en determinados círculos políticos de la provincia y que a medias se trató de ocultar: que el oeste de La Pampa era utilizado para algunas prácticas armadas de las organizaciones revolucionarias peronistas.

Poco antes de la incursión del grupo de Montoneros a fines de ese año, se había realizado otro entrenamiento. En el mes de agosto del 73 una treintena de militantes peronistas realizaron en un monte de caldenes de un campo cercano a la localidad de La Maruja, en el límite con San Luis, un campamento de oficiales de la organización. La metodología del operativo fue la misma que utilizarían meses después: llegaron dispersos, algunos en colectivo y otros en automóviles, algunos pasaron por General Pico, otros por Rancul, y fueron convergiendo en grupos hasta que se concentraron en el lugar convenido. El argumento común hacia los curiosos era que estaban en la provincia para cazar.

Los militantes estuvieron un mes viviendo en carpas y asentados en un lugar donde las vacas se reunían al atardecer para cubrirse del frío invernal, y que los ocultaba a la vez de posibles intrusos. Los ejercicios eran físicos y de resistencia, con prácticas de tiro y simulacros de copamiento y enfrentamiento urbano y de formación regular. Cada tanto algún puestero o peón de la zona se acercaba. Conversaba con ellos y les traía algunos víveres. Tal vez con la sospecha de que esos muchachos de la ciudad no estaban en ese predio sólo por un interés cinegético. Finalizado el encuentro, la dispersión se realizó de la misma manera: algunos tomaron el micro en Pico y otros se fueron en automóviles por diferentes rutas.

En ese momento, el grupo no tuvo problemas de seguridad. Este era el motivo principal por el cual se utilizaban parajes y campos en el oeste pampeano y el sur de San Luis. Sin embargo, estaban advertidos que no tenían que despertar sospechas, ni subestimar a la policía pampeana. Hasta que el 20 de noviembre, el grupo platense ingresó a cenar a una de las parrillas más concurridas de la capital a metros del Centro Cívico de Santa Rosa y fue detenido. Fue la noticia más importante sobre una organización armada en suelo pampeano.

Otros testimonios.

En el libro “Galimberti” de Marcelo Larraquy y Roberto Caballero, se menciona una incursión de Montoneros en un paraje ubicado al sur de San Luis y oeste de La Pampa. Según los autores, se realizó en mayo del 74 y era un campamento al estilo de las escuelas guerrilleras cubanas con manual de instrucción militar y la práctica de tácticas de combate y adoctrinamiento. “A Galimberti le tocó ir a un campo de La Pampa con un grupo de montoneros. Tuvo a cargo el diseño de la instrucción: tiros desde posición en firme, con la rodilla a media y baja altura, o desde cuerpo a tierra, con armas largas y de puño”, afirma el texto.

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