jueves, 24 de febrero de 2011

Salamone: el monumentalismo criollo




El diario y cotidiano devenir de los lugareños habituados a las calles y asimilados al paisaje urbano de sus pueblos se vuelve en los altos de la ruta una experiencia fresca y hasta desconcertante en determinadas ocasiones para el viajero curioso y atento a las novedades del camino. Sobre todo cuando al llegar a Pellegrini uno encuentra en una población sin construcciones de altura el edificio municipal coronado por una inmensa y extraña torre o en Saldungaray el gigantismo de la fachada del cementerio y se pregunta como pudieron llegar hasta allí. Esta es la historia de un arquitecto, Francisco Salamone, y de su obra monumental con reminiscencia del autoritarismo imperante entonces que se expandió por todo el sudoeste de la provincia de Buenos Aires en la década del ’30.

NGA

Salamone y su obra desperdigada por pueblos del sudoeste bonaerense que no alcanzaban el millar de habitantes se convirtió en un objeto de culto en el mundo de la arquitectura por una serie de razones: el incongruente cruce de estilo de las construcciones monumentales que erigió en medio de la planicie pampeana, su especialización en tres rubros como fueron los palacios municipales, cementerios y mataderos, el febril trabajo realizado en sólo 40 meses donde edificó 60 edificios en 15 pueblos, y el proyecto de connotaciones ideológicas encargado por el gobernador pro-fascista Manuel Fresco. Así Pellegrini, Saldungaray, Urdampilleta, Salliqueló, Azul, Vedia, Balcarce, Pringles, Coronel Vidal, Guaminí, Tornquist, Laprida, Rauch, Carhué, Tres Lomas, Lobería, Cacharí, Puán fueron pueblos bendecidos por mano.
Salamone nació en Leon Forte, Catania, en 1897 y junto a su familia llegó al país entre 1898 y 1899 y su padre vino a probar suerte en el gremio de la construcción. Se recibió de maestro mayor de obras en el Otto Krause, Buenos Aires, y se recibió en la Universidad de Córdoba en sólo dos años de arquitecto y luego de ingeniero civil. En 1926 se muda a Buenos Aires tras pasar por Rosario y conoce al caudillo de tinte nacionalista de Avellaneda, Manuel Fresco, gobernador de la provincia tras el golpe militar de José Félix Uriburu en 1930.
En la década del ’30 las obras públicas fueron uno de los motores de la reactivación económica de un país azotado por la crisis económica que golpeó en 1929. El gobernador Fresco bajo el lema “Dios, Patria y Hogar” buscó dignificar el perfil oficial y paisajista y decidió encarar un ambicioso plan de edificaciones en 110 municipios de la provincia para “dignificar el perfil oficial y paisajista de la región”. Mientras el ministro de Obras Públicas José María Bustillo adjudica a su hermano Alejandro Bustillo la tarea de urbanizar la playa Bristol en Mar del Plata –trabajo de estilo neoclásico que le llevó casi una década y que se esparce por el Casino, el Hotel Provincial, el municipio y la Rambla- queda para Fresco el enorme patio trasero que era el sudoeste de la provincia. El gobernador elige a Salamone, sin licitación pública de por medio, para “consolidar urbanísticamente” todos los humildes asentamientos –algunos no llegaban a 5.000 habitantes- y que apenas habían levantado cabeza tras la conquista al Desierto ocurrida medio siglo antes.
Salamone inicia una febril obra y se convierte en el proyectista más activo de la provincia en sólo 10 meses. Sus proyectos son monumentales e imposibles de definir estilísticamente. Una combinación delirante de elementos de art déco y futurismo, del funcionalismo racionalista y el clasicismo monumentalista, al decir del periodista Juan Forn, “elefantísticas y aluvionalmente mestizas construcciones sobreimpresas al inalterable horizonte pampeano, empequeñeciendo aún más esos pueblos de casas chatas y escasas calles”.
Salamone no dejó un solo escrito teórico y su obra ha sido catalogada desde la herencia del Cubismo Checo, el Futurismo Populista bonaerense hasta el estilo iconográfico.
Su sistema podemos si enmarcarlo en el contexto de ideas y pensamientos que se manifestaron en la década del ’30 con estados corporativos y prácticas totalitarias y en el marco general del arte decorativo y propagandístico que se produjo en el mundo entre 1870 y 1945. El ejercicio del poder en la llamada “década infame” con gobiernos fraudulentos y exclusión política posibilitó un conjunto de obras públicas como imagen corporativa de una Estado fuerte. Sin embargo, este tipo de acciones dirigistas no fueron patrimonio exclusivo de sistemas totalitarios sino también demócratas como el New Deal de Roosevelt.
Por escasos años el imaginario del fascismo fue unido a las vertientes futuristas y racionalistas y el comunismo al constructivismo y estas vertientes tiñeron la arquitectura de Estado.
Todos valoraron la edificación pública como motor esencial de la reactivación de la economía tras la gran depresión internacional. Aunque las vanguardias y la arquitectura moderna se sumaron a ese sopor revolucionario adoptando un clasicismo monumental.
La obra pública será el símbolo inequívoco de los estados fuertes donde el papel emblemático de los edificios testimonia, potencia y albergan al poder y Salamone abrevó de esas corrientes que buscaban una imagen que expresara taxativamente sus deseos de grandeza.
Fresco fue el promotor de la obra pública bonaerense. Su gobierno (1936-40) fue de un marcado nacionalismo criollo de extrema derecha cercano al fascismo. En su acción de gobierno creó una policía militarizada, implantación de la educación católica, la nacionalización de los servicios públicos y la obra pública de proporciones.
Con este marco, podemos observar a las obras salamonianas enroladas en la corriente Art Decó con la cuota de peculiaridad dado por la hibridación con diferentes estéticas italianas de la época y por la originalidad del autor. Si bien transita por tradiciones arquitectónicas locales, pero articula lenguajes de las vanguardias racionalistas en la mayoría de sus obras. Salamone realizará una obra donde convergen el monumentalismo y el racionalismo y el respeto por las simetrías clásicas, la tradición y la renovación, el programa icónico del municipalismo del régimen de Mussolini. También el aparato ornamental permite una actualización en sus obras desde el clasicismo al art decó.
Las obras de Salamone se concentraron en tres instituciones de los pueblos pampeanos: fachadas de cementerios, mataderos y municipios. El municipio se convierte en el corazón urbano de cada pueblo “así como el matadero y el cementerio debían “anunciar” la entrada y salida del centro urbano, uno en cada extremo”. La tríada es arquitectura propaganda, edificios ideológicos y simbólicos, asociados al trabajo, el orden y la muerte.
Los edificios comunales son impresos bajo el monumentalismo y apunta a transmitir el paternalismo estatal como un nuevo signo de la eficiencia administrativa. El municipio debe regir simbólicamente las vidas y el arquitecto remata la construcción con una inmensa torre que supera en altura hasta el campanario de la iglesia, y la corona con un inmenso reloj. Lo que marca el estilo de Salamone es la importancia que da a sus torres, obra casi incongruente con el plano azul del horizonte pampeano. Cada municipalidad se eleva sobre grandes plazas que él también diseñó. La decoración de la plaza se complementaba con otros diseños como glorietas o fuentes kitsch muy sobrecargadas como la de Balcarce con una enorme “torta de bodas” que fue demolida apenas asumió el gobierno radical que le continuó a Fresco.
Por su parte, los mataderos debían ser símbolo de la nueva industria y la mecanización del faenado y la imposición de mayores medidas sanitarias y así se observan salas azulejadas, bombas eléctricas y laboratorios. Mientras que los cementerios muestran el clímax de su arquitectura donde libera todo el dramatismo del espíritu humano con cruces enormes, elementos del imaginario escatológico como el Cristo sufriente o un enorme ángel exterminador en Azul, o enormes inscripciones RIP –resquiam in pace-. Así separa la frontera entre la ciudad de los muertos y la ciudad de los vivos con enormes portales de acceso.
Salamone proyectó y controló cada una de sus obras utilizando los materiales más innovadores del momento. Su aliado fue el hormigón, llamado entonces piedra líquida, le permitió conquista las alturas y facetas operísticas. Revoques lisos y blancos, color democrático y económico.
Su obsesión por el control llegó a encargarse de los interiores y su decoración con la combinación geométrica de pisos de granito con aberturas de hierro, metales cromados y opalinas en los artefactos lumínicos rematados con muebles de carpintería de nogal. Baños con azulejos, luminosos, funcional y griferías sin molduras innecesarias y muebles con altos respaldos.
Una legendaria anécdota en Laprida, “donde el caudillo del pueblo, un tal Martínez, que había llegado a intendente, interceptó al mejor estilo cuatrero el tren que llevaba más al sur –aparentemente a Bahía Blanca- las piezas desarmadas de lo que sería el enorme frontispicio de la necrópolis local, y a punta de pistola ordenó: El cementerio se queda acá”.
En 1940 queda interrumpido de cuajo el proyecto urbanístico de Fresco con la intervención a su gobierno.
Salamone sigue trabajando en el norte del país con una empresa privada en la pavimentación de caminos. Vivirá poco después un exilio en Montevideo, Uruguay, acusado de irregularidades en licitaciones y luego de tres años vuelve a Buenos Aires sobreseído. Muere en la capital en 1959.
Todas sus construcciones, municipalidades atendiendo el burocrático devenir de sus días, mataderos abandonados, cementerios esperando el repaso a su demacrada fachada, todas sus obras, cargadas de años e historia, de significados ocultos e interrogantes para el desprevenido foráneo, está de pie, oteando su grandiosidad sobre el llano y el azul del horizonte plano de la llanura pampeana.
(Publicado en Caldenia)

3 comentarios:

  1. al tipo lo destruyen directamente, VISITE HACE UN MES POR PRIMERA VEZ LA MUNICIPALIDAD DE TORQUINST, AL PARAR EL AUTO EN LA PLAZA INMEDIATAMENTE ME DI CUENTA DE 2 COSAS, QUE LA MUNICIPALIDAD, EDIFICIO ESPECTACULAR, ERA OBRA DE SALAMONE, Y QUE LE PARQUE HABIA SIDO DISEÑADO POR THAYS, SI A VOS NO TE GUSTA SU OBRA, SENCILLAMENTE NO LO DENOSTES Y PUNTO.

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  2. la anécdota del caudillo que "a punta de pistola..." carece de fundamento. basta con observar el Cristo de Laprida para notar que la cruz fue levantada en el lugar y la escultura de Chierico desde el taller y antes de enviarla ya el artista hablaba del Cristo Doliente de Laprida.

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  3. El mito de aquel intendente que a punta de pistola hizo bajar en Laprida al Cristo de Salamone/Chierico es solo eso: un mito. ofrezco pruebas concretas joselaprida@hotmail.com

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