En octubre se recordará un hecho vinculado al juicio de la Subzona 14: la muerte de tres sindicalistas en un accidente de ruta, ocurrido en el marco del violento enfrentamiento entre el gobernador Regazzoli y el ala gremial del PJ, encabezada por Aragonés y Marín. La aparición de un sospechoso maletín con las denuncias sindicales.
En su declaración en el juicio de la Subzona 14, el ex gobernador Rubén Marín recordó los enfrentamientos internos del peronismo, a su manera, y afirmó que en ese momento había una derecha, una izquierda y que él, con el sindicalismo, estaba al medio. Una manera de afirmar no sólo su ortodoxia partidaria, a la manera del cántico setentista “ni yanquis, ni marxistas: peronistas”, sino también de hacerse portador del “verdadero” peronismo. Frente a esa visión simplificada de lo ocurrido en los 70 en La Pampa, pocos recuerdan la fuerte fractura en el peronismo que llegó a extremos nunca vistos.
La ruptura.
En 1975, el enfrentamiento entre el gobernador José Aquiles Regazzoli (foto), del ala política, y el sindicalismo, con el diputado nacional Carlos Aragonés y el vicegobernador Marín a la cabeza, estalló luego de permanentes planteos del ala gremial. En agosto, en lo que fue un “golpe institucional” del sindicalismo que terminó con golpes y corridas en las afueras de Casa de Gobierno, llevó a la ruptura final de ambos sectores y la renuncia del gabinete, solidarizándose con los gremialistas golpeados.
Los últimos meses del gobierno constitucional en La Pampa fueron tan agitados como a nivel nacional. Los bandos quedaron bien perfilados: Regazzoli reunió a los políticos santarroseños y muchos del interior, al derechista Comando de Organización de General Pico –que contribuyó con funcionarios– y hasta la JP de Santa Rosa, volcada a la izquierda. Los funcionarios “sindicalistas” renunciaron, y del otro lado, en la Cámara de Diputados, ocurrió lo mismo. La Legislatura se convirtió en sede del sector cegetista y el bloque provincial del Frejuli se dividió: tres diputados regazzolistas por un lado, cinco “sindicales” por otro –sumaba a uno de la democracia cristiana–, y dos del MID, que permanecieron neutrales.
Más planteos.
Mientras el peronismo debatía si sacar a Isabel Perón de la presidencia o no, en septiembre del 75 Italo Lúder se convirtió en presidente interino ante un reposo que se tomó la viuda de Perón.
Ante la ruptura del PJ pampeano, los cegetistas se dirigieron a la Casa Rosada para dirimir el conflicto y buscar la intervención de la provincia. Para entonces, varios gobernadores habían sido cuestionados por el sindicalismo a nivel nacional; aunque Regazzoli por su verticalismo hacia Isabel, no tendría problemas.
El 17 de septiembre dirigentes pampeanos alineados al ala sindical se reunieron con el secretario general del Consejo del PJ, Manuel Torres. En el encuentro, la diputada provincial Marta Turín y el sindicalista Faustino Cisneros expusieron los motivos del enfrentamiento y manifestaron que la crisis se había profundizado cuando el mandatario había incorporado al gobierno a “tres hombres funcionarios de la última dictadura y a un zurdo”. Exigieron además “la peronización del gobierno de La Pampa”. A Regazzoli, el planteo en su contra lo encontró en Capital Federal.
El 24 de septiembre, Regazzoli se reunió con el Consejo Superior partidario y al día siguiente se juntó con el presidente Luder.
Desgracia en la ruta.
Pero si algo faltaba al público y descarnado enfrentamiento dentro del peronismo iban a ser tres muertes, ocurridas en un accidente. Los pormenores del vuelco en el que fallecieron tres sindicalistas no dejaron dudas de cómo fueron los hechos, pero en esos momentos y hasta el presente, algunos sospecharon de otras oscuras posibilidades.
El 8 de octubre, Regazzoli por su lado, y Marín y varios sindicalistas por otro, viajaron a Capital Federal. El jueves 9, el ministro del Interior, Angel Robledo –vicepresidente del PJ– iba a reunirse con algunos miembros del Consejo Nacional Justicialista y los dirigentes pampeanos.
En las primeras horas de ese día ocurrió el fatal accidente. Esa madrugada, cuatro gremialistas subieron con varios maletines a una rural Falcon blanca que manejaba el chofer Crego. Eran los diputados y sindicalistas Fermín Contreras, de fideeros, y Néstor Izaguirre, lucifuercista de General San Marín; y los gremialistas Oscar Montes de Oca, de Luz y Fuerza, y Antonio Fernández, titular de camioneros. Contreras iba de acompañante del chofer, los otros tres en el asiento trasero. En el oeste bonaerense había llovido horas antes y no estaba para circular a mucha velocidad. En la ruta 5, los cuatro cegetistas iban conversando y Montes de Oca le advirtió a Contreras: “Ponéte el cinturón, Contreritas”. Minutos después, a 10 kilómetros de Carlos Casares, el automóvil perdió el control y sufrió un vuelco. Chocó el mojón de cemento que marcaba el kilómetro 302, voló unos treinta metros y dio más de tres vuelcos sobre sí antes de detenerse. Era las 9 de la mañana. El conductor de un camión de mudanzas fue el primero en observar el accidente y dar vuelta el vehículo totalmente destrozado y auxilió a sus ocupantes. Tres ambulancias llegaron hasta la zona y trasladaron a los sobrevivientes: Montes de Oca tenía una pierna atrapada bajo el vehículo, Contreras había sido despedido, y el chofer tenía lesiones de poca consideración. En tanto, Fernández e Izaguirre habían fallecido en forma inmediata dentro del auto. Horas después, a las 23, a causa de las múltiples heridas, Contreras murió en el hospital de Casares.
El maletín.
Apenas conocida la noticia, el ministro de Obras Públicas, Santiago Covella, a cargo del Ejecutivo, tomó su vehículo y junto al ex ministro Néstor Ahuad se dirigió a Casares. Tras donar sangre para los heridos, Covella relató que fue llamado por un policía de la Bonaerense. “Esto llevaban los accidentados”, le informó el oficial y le entregó algunas pertenencias y un maletín de cuero, afirmaría para el libro “Crónicas del fuego”. Adentro había carpetas y papeles con denuncias dirigidas al partido y al gobierno nacional contra ministros y otros funcionarios de Regazzoli.
Mientras en la Legislatura pampeana se preparaba la capilla ardiente para recibir los restos de los fallecidos, la reunión en Buenos Aires con Robledo se suspendía.
Regazzoli se enteró de la noticia en el porteño hotel Castelar. Uno de sus colaboradores más cercanos, Héctor Zolecio, recordó en “Crónicas del fuego” que cuando llegó la información a la habitación, el mandatario comentó: “¿No sabe que venían a pedir mi cabeza?”.
Esa tarde el gobernador regresó para asumir sus funciones. Hizo una escala en Casares donde se interesó por el estado de salud de Montes de Oca y en la capital pampeana asistió al velatorio de Contreras; por la noche fue hasta General San Martín para estar en el de Izaguirre.
La avanzada legislativa
La sorda lucha interna del PJ pampeano siguió en Capital Federal. Gracias a un llamado oportuno, la prensa santarroseña se enteró de otra reunión, de esos días, el viernes 24 de octubre en la Casa Rosada. Allí fueron vistos ingresar varios dirigentes peronistas pampeanos: Marín, Aragonés, Edén Cavallero, Turín, Ordóñez, Ricardo Del Blanco, el prosecretario legislativo Luis Arano, Aníbal Campo y los gremialistas Pedro Pietro, Roberto Gauna, Omar Schneider, Cisneros, Roberto Coronel y Lucio Suárez. El nutrido grupo fue recibido a las 18 por el ministro Robledo y a las 19.30 se sumó el gobernador Regazzoli. Según La Arena, durante el encuentro hubo momentos muy tensos y con ásperos cruces por las denuncias sobre la gestión política y gubernamental del mandatario.
Horas más tarde, los regazzolistas informaron a la prensa que, ante la crisis institucional y política vivida en La Pampa, habían decidido que el conflicto se mantuviera dentro de la provincia y que de realizarse otra reunión en la Capital, el gobernador no iba a asistir.
(Publicado en La Arena)
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