Su caso puede
inscribirse dentro del Plan Cóndor, la represión ilegal sistematizada en
Sudamérica. Había estado en el Chile de Allende y continuó su carrera en la
Universidad pampeana. Fue detenido en agosto de 1975 y se lo considera
además como una "prueba" de lo que vendría después con las razias de
noviembre y diciembre de ese año.
Norberto G.
Asquini
A fines de septiembre declaró en el marco de la denominada causa Subzona 14 II el
profesor y abogado Alfredo César, detenido por el Ejército en agosto de 1975
cuando era docente de la Universidad Nacional de La Pampa. Preso en una cárcel
de máxima seguridad, posteriormente se exilió en México.
La historia de
César tiene varias particularidades que la hacen única: el docente había
acompañado el proceso de la "revolución democrática" en el Chile de
Salvador Allende y su caso puede enmarcarse en el Plan Cóndor que unificó la
represión ilegal del Cono Sur americano bajo la dirección de Estados Unidos. La
suya fue también una de las primeras detenciones en Santa Rosa realizada por el
jefe militar de La Pampa, el coronel Ramón Camps. Lo que algunos testigos
recuerdan como una "prueba" usada por los militares para medir a la
comunidad académica pampeana para lo que vino después, las razias a docentes y
autoridades de noviembre y diciembre del 75.
En Chile.
César fue
entrevistado en México, donde actualmente reside y da clases. Nacido en Paraná
el 7 de febrero de 1946, concluyó sus estudios de abogacía en 1971 en la
Universidad Nacional del Litoral. Una época en la que la mayoría de las
materias tenía como titular a profesores españoles que habían huido de la
dictadura de Franco. Ya había pasado dos años por la Universidad Católica de
Santa Fe "que fueron fundamentales en mi vida, ya que esa época llegaban
de Francia un grupo de jesuitas, con Leyendecker a la cabeza, que me dieron mi
formación marxista, no dogmática sino crítica, y ya adecuada a los nuevos
tiempos", rememoró.
El docente
recuerda que a comienzos de los 70 comenzó "a viajar a Chile para ver los
avances de la reforma agraria, algo que me impresionó y me llevó a que más
adelante me dedicara por muchos años a la Sociología Rural.
Al concluir la
carrera de abogado me casé (con Stella Maris Arnaiz) y nos fuimos a Chile,
donde fui aceptado en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso)
para cursar la maestría, mientras mi esposa estudiaba en la Universidad
Católica, ambos en Sociología".
"Mi
primera hija me salvó la vida en agosto de 1973, ya que viajé a Argentina a
acompañar a mi esposa y eso me permitió salir bien librado de esa tragedia, ya
que yo era jefe de capacitación de la empresa minera Santa Fe-Santa Bárbara-San
Andrés en Chile, del área estatizada, donde murieron muchos compañeros con el
golpe militar de Pinochet", indicó.
De vuelta.
César se quedó
en la Argentina del peronismo. Obtuvo su primer trabajo en Viedma como asesor
en el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Minería y su esposa como asesora
en el de Bienestar Social. Allí tomó contacto con la UNLPam: "En un evento
que se dio en La Pampa conocimos, además del equipo de gobierno de la
Universidad a nuestro querido amigo Hugo Chumbita, y a Jorge Bragulat. Ellos
nos invitaron a trabajar en un nuevo proyecto que era el Instituto de Estudios
Regionales que pretendía hacer estudios en las diferentes regiones de la
provincia.
No nos
conocíamos de antes, no éramos compañeros de militancia, coincidíamos en mucho
y traíamos una buena formación para esa época con los postgrados en Chile y
todas las esperanzas en un mundo más justo".
El y su esposa
ingresaron a la universidad como investigadores docentes a dar clases.
"Pero fue un período corto, por lo que pasó todo muy rápido",
explicó.
En agosto de
1975 todo se precipitó en La Pampa, una provincia que no había recibido los
golpes de la violencia política que cubría al país. El 3 de agosto explotó un
bomba en el diario LA ARENA y el 4 se produjo un golpe institucional contra el
gobernador José Regazzoli que fracturó al peronismo. El viernes 8 comenzaron
allanamientos a las casas de varios docentes. El sábado 9, César fue detenido
por la policía.
En Jefatura.
El docente
recordó: "Una mañana de agosto de 1975 fuimos despertados por un grupo
armado. Yo fui detenido y llevado a la Jefatura de Policía donde estuve
retenido, mientras otros compañeros eran liberados. Yo veía que lo mío iba para
largo. No tenía problemas de que me acusaran de algo, aunque en esos tiempos
eso era lo de menos, pero se sabía que en Chile había sido militante y no en
Argentina". César fue detenido sin causa a disposición del PEN y los
docentes universitarios del gremio comenzaron una movilización para reclamar
por su situación al gobierno nacional.
"La
detención -continúa- fue sin violencia, tranquila dentro de lo que esto
significa, sólo me preguntaron el nombre y otras cosas menores pero nunca me
interrogaron, lo cual me dio más pavor, porque esto podía ocurrir en otra
instancia en Buenos Aires", dijo.
César recuerda
el acompañamiento de los amigos: "Chumbita, Bragulat, Juan Carlos Grosso,
Ana Gisper y otros cuyos nombres se me han borrado, pero no el reconocimiento
del apoyo que me brindaron y más a mi esposa, que no tenía familiares en Santa
Rosa, más que nuestra hija de un año y medio".
Casi un mes
después César fue trasladado a Capital Federal en tren. Fue ingresado a
Coordinación Federal, donde tampoco fue interrogado. A los pocos días fue
trasladado en avión de línea rumbo a Resistencia, Chaco, a la cárcel de esa
ciudad. "No me interrogaba nadie, lo cual me volvía loco, porque todos
contaban historias muy trágicas y yo esperaba la mía", afirmó.
Un cuento de
brujas.
César fue
trasladado nuevamente en diciembre a la cárcel de Devoto y otra vez a
Coordinación. Allí se vio con su esposa después de meses y le informaron que se
había autorizado la opción de salir del país. El 11 tenían fecha para volar a
México.
"La noche
antes en Coordinación fue un cuento de brujas. Me cambié y me vestí para salir
en la madrugada a Ezeiza. A medianoche me llevaron al cuarto piso donde vi cómo
policías o militares, la mayoría muy jóvenes, se disfrazaban para los
operativos. A las 5 regresaron y vi cómo se repartían el botín y hablaban sin
límites, y eso me dio más miedo. A las 6 me hicieron bajar a los sótanos donde
estaba el automóvil y partimos. Yo aún sin tomar conciencia del exilio",
comentó.
César recordó:
"En el viaje hubo amenazas de hacerme un paseo sin retorno, pero yo tomé
fuerzas, no sé de dónde, y no les hice caso. Llegamos a Ezeiza y me bajaron
esposado para que pudiera despedirme de mis padres, mi suegra y otros
familiares. En el caso de la madre de mi esposa fue la última vez que la vimos
con vida, ya que dos años después murió, muy joven, y es una de las cuentas que
mi esposa no perdonará jamás a los militares, el no haber podido estar con ella
en los últimos años".
"Allí
empecé a tomar conciencia del exilio y de la larga lucha de cuatro meses de mi
esposa, mis padres y otros familiares para evitar que me quedara, ya que el
golpe militar era muy evidente. Fui el último en subir al avión, mi esposa y mi
hija me esperaban en la puerta y en la escalerilla me sacaron las esposas,
pensaron que hacerme subir al final me condenaría. Pero fue al revés, me
aplaudieron", dijo.
La historia que
se repite
César comenzó a
trabajar poco después de llegar a México en la Universidad Autónoma de Nayarit.
Luego trabajó con Anton de Shutter, el creador de la educación participativa en
el medio rural. Hizo el doctorado en la Universidad de Leiden en Holanda. Dos
hijas más nacieron en México.
"Estamos
desde hace doce años en la Universidad de Guadalajara. Hemos trabajado mucho en
la academia y en la docencia. Hemos sido maestros de muchos estudiantes y al
parecer la historia se repite porque fuimos formados por profesores que habían
sido expulsados de su país por pensar diferente y nosotros hicimos lo
mismo", resaltó César.
(Publicado en La Arena)
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