Por Norberto G. Asquini
“Qué manera de despedir los ochenta”, dice Santiago, una de las 1.300 personas que el 1º de diciembre de 1990, hace 30 años, tuvo el privilegio de ver el único recital de Soda Stereo en La Pampa.
En 1990 Soda Stereo lanzó la Gira Animal para promocionar el álbum “Canción Animal”. El éxito a nivel latinoamericano les había llegado con “Doble vida”, pero su popularidad estallaría con la que es considerada su obra más importante y uno de los mejores álbumes en la historia del rock en español.
Carlos Collar Arceu tenía 32 años y en 1990, con otras personas, había iniciado Xedré, una empresa de turismo, centrada en los viajes de egresados a Bariloche. Para promocionar la nueva firma, y para tener actividad en momentos de baja demanda, decidió contratar un show que en ese momento daba vueltas por el país y que prometía.
No esperen la crónica de un show épico, sí la de un hecho histórico para la provincia. “No eran años en los que el público local estaba acostumbrado a estos shows”, indica Collar Arceu.
Es que si bien las crónicas periodísticas indicaron en su momento que hubo tres mil personas en el recital, solo para que encajara con el título de la canción “Té para tres” (mil), ese día se juntaron entre 1.200 y 1.300 personas, indica el entrevistado.
Días de la previa
Con Santiago nos recibíamos del secundario en esos días y estuvimos el sábado en el show. “Las entradas las compramos pagando una cuota todos los meses, recuerdo que para la época eran caras”, rememora hoy. Mauricio que había ido abonando pacientemente la entrada, a último momento no pudo asistir. Eran momentos complicados: ese año el país había salido de la segunda hiperinflación y el austral valía cada vez menos. El lunes 3, dos días después del show, se produjo un levantamiento de los “carapintadas” a sangre y fuego. El presidente Carlos Menem privatizaba empresas estatales como Aerolíneas Argentinas y era sospechado por recibir una Ferrari. Recién en marzo del año siguiente, en pocos meses, llegaría la Ley de Convertibilidad. Maradona había sido pocos meses antes subcampeón del mundo con la selección argentina enfrentándose a toda Italia y dejaba el Nápoli, Catamarca se revolvía por el caso María Soledad Morales y pocos días después estallaría la Guerra del Golfo.
Collar Arceu indica: “Pensamos que iba a explotar el salón. Traer a Soda, a un show como ese, es el sueño de todos. Pero algunos de mis colegas conociendo el ambiente me decían que no daba guita. Y fue cierto”.
Por supuesto, era Soda Stereo, con todo su sonido y los equipos de la gira internacional. Lo que se vivió en el concierto fue otra historia. Se hizo en el salón del gimnasio de la cancha de básquet del Club All Boys (el escenario mirando hacia la calle Moreno para quien lo conoce). Allí Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti, más el tecladista, salieron a tocar con un sonido que hacía estremecer. La guitarra pegaba en todos los laterales. En los primeros acordes, el público estaba en la tribuna al fondo o sentado. Cerati tocó la primera canción y el clima era frío. “Recuerdo que empezó a tocar, estaban todos como esperando, Cerati hizo un gesto como negando con la cabeza y, aunque no me acuerdo las palabras, dijo que se pusieran las pilas. Entonces muchos se levantaron y fueron hasta abajo del escenario. Después tomó más calor el ambiente”, indica Santiago pasados 30 años del concierto.
Noche de caravana
Xedré contrató ese show por unos 30 mil dólares para dos plazas: el sábado 1 el grupo tocó en Santa Rosa y el domingo 2 en Trenque Lauquen, en el estadio de barrio Alegre. “El fin de semana anterior tocaron en Bahía Blanca y fuimos al back stage para ver cómo era. No queríamos incumplir el contrato o que saliera mal. Había condiciones como el tener tal vino, dátiles o cantidad de fiambres. Estábamos aterrados”, indica Collar Arceu.
“Con el show de Santa Rosa quedamos hechos, con el show de Trenque Lauquen no salvamos los gastos, perdimos plata. Habían dejado el tejido sin cubrir y había más gente mirando afuera que adentro de la cancha. Pero nos sirvió para promocionar a Xedré”, explica.
El martes previó llegó uno de los dos camiones con 10 o 12 plomos para comenzar a instalar todo. Uno de los camiones iba levantando un show mientras el otro instalaba el siguiente. El viernes, desde Neuquén, llegaron en auto Cerati, Bosio y Alberti. “Pararon en el hotel Calfucurá donde se hizo la conferencia de prensa. Fue una experiencia muy loca. Con Cerati no se podía hablar, estaba en sus cosas. También con Alberti. Ese viernes cenamos con ellos. Zeta era un crack, salimos de ‘caravana’ por Los tres chiflados y el Club Náutico junto con los plomos. Nos divertimos, era un tipo piola”, recuerda Collar Arceu.
El gran concierto
El viernes, durante la conferencia de prensa, principalmente con FM locales, Cerati dijo: “Se da el hecho de que lo que nos gusta a nosotros, es lo que también le gusta a la gente y particularmente Canción Animal pegó mucho más que los otros. Yo estoy asombrado de ver la repercusión que ha tenido. La gente canta todas las canciones en los shows como si las conociera desde diez años atrás”.
“Nunca me puse a hacer un tema para que sea un hit, eso es como ser mercenario de la música y no es lo que quiero. Nosotros tenemos un lenguaje propio, basado en mucha libertad. Nosotros tratamos de proponer nuevos caminos y lo hacemos divirtiéndonos: hacemos lo que los tres queremos”, indicó el guitarrista.
El espectáculo arrancó ese sábado 1 sobre las 23 horas con En el séptimo día. Ya desde afuera, mientras hacíamos la cola durante dos horas, se escuchaba la prueba de sonido dentro del gimnasio.
Le siguieron Hombre al agua, Un millón de años luz, Entre caníbales, Canción animal, De Música Ligera y Té para tres. Luego Pic nic en el 4 B, En la ciudad de la furia, Lo que sangra (la cúpula), Doble Vida, Corazón delator, Cuando pase el temblor y Persiana americana. Dos horas a puro rock.
“Soda, querido, la patria está contigo”, gritó el público ya eufórico antes del primer bis con los encendedores prendidos (toda una marca de la época, como los celulares en la actualidad). Y cerraron con el segundo bis: De música ligera, por supuesto.
Un puñado de fotos
El fotógrafo “Jimmy” Rodríguez fue uno de los contados que esa noche hicieron fotos del show. “Eran otros tiempos, no había celulares ni cámaras digitales, estaba terminantemente prohibido ingresar a los shows con cámaras excepto a profesionales que pudieran demostrar que eran reporteros gráficos”, dice.
“Las limitaciones no terminaban ahí, una mujer encargada de prensa de Soda Stereo nos habilitaba para acercarnos al escenario durante un brevísimo tiempo a mitad del show, unos pocos minutos, para hacer las fotos e inmediatamente el personal de seguridad nos retiraba hacia atrás y se aseguraban de que bajáramos las cámaras y las volvamos al bolso”, recordó.
Las pocas tomas que se conservan rescatadas de esa noche están compiladas en un álbum de edición limitada que contiene cada uno siete fotos de plata sobre gelatina papel fibra procesado con normas de calidad museológica, montadas en cartón Canson francés de 25x25 cm. Algunas acompañan este artículo.
Treinta ciudades recorrieron los Soda con la gira más importante hasta ese entonces y una de las más organizadas, extensas y exitosas para un grupo de rock latinoamericano. Soda Stereo se volvió el primer grupo de rock en español en maquinar un show con miras a presentarlo en cada país, dándose el lujo en aquella época de contar con su propio equipo de sonido e iluminación, así como un personal organizado que llevaría con ellos a lo largo de la gira. Hicieron 14 Gran Rex y Vélez, y un show gratis en vivo en la 9 de Julio para 250 mil personas llenando 25 cuadras.
El 1º de diciembre de 1990 fue la noche de Soda Stereo en Santa Rosa, en La Pampa. Recuerdos de los que (como de los amores de música ligera) nada nos libra, nada más queda.