Eduardo “Lalo” Sosa es conocido en el ámbito de la canción pampeana como poeta. Tal vez su nombre no haya trascendido en el folclore como el de otros exponentes, pero al hacer un rescate de su obra el docente Marcelo Cordero recuerda los versos de la milonga “Camino del Arbol Solo” o el gato “El currumahuidense”, para dar cuenta no sólo de su texto sino también de su compromiso social. Marcelo Cordero lo recuerda como “latinoamericanista y ferviente defensor de la cultura regional, compuso canciones en las que dominan la denuncia social y el amor por el paisaje del oeste pampeano”. Pero más allá de su vinculación con el arte, “Lalo” Sosa, que vivió en Victorica y Loventué, tuvo como otros pampeanos una historia de vida comprometida en los años setenta y un destino de cárcel a raíz de su opción política. Una de las tantas historias de quienes abrazaron la política como medio para cambiar al mundo y hacerlo más justo.
Sosa nació en 1941 en Emilio Mitre, según afirma el investigador Rubén Evangelista. Su familia dice que en La Pastoril, en la estancia que administraba su padre. Evangelista indica que el poeta perteneció a la promoción de creadores de la década de 1970, que en Victorica, motorizó el movimiento pampeanista, al que realizó valiosos aportes de lo poético destinado a la canción. Fue un referente para el grupo de artistas que en esa población formaron Alfredo y Luis Gesualdi, Pedro Cabal, Mario Dasso, los hermanos Borthiry, Osvaldo Pérez y otros músicos y cantores populares.
Militancia.
Cordero indica que “Lalo”, profundamente religioso, ingresó en un seminario católico de la provincia Córdoba del que se apartó a los dos años, desilusionado por la formación que se ofrecía. Poco se conoce de su militancia en los setenta de no ser por haber protagonizado un caso en la provincia que trascendió en los medios gráficos y tuvo gran repercusión cuando sucedió en el año 1973.
En 1973, llegado el peronismo al gobierno con Héctor Cámpora, Sosa continuó su militancia y fue detenido en ese año. De acuerdo al expediente 350/73 del Juzgado Federal de Santa Rosa, “Lalo”, en ese momento de 32 años, fue procesado por hurto de automóvil luego de ser detenido el 20 de junio de 1973. Según se desprende de la información judicial, el hecho habría ocurrido en Mar del Plata y allí fue apresado luego de que una compañera que integraba su comando cayó presa, la torturaron y después estuvo desaparecida.
Según afirmaba la prensa en esos años de fuentes judiciales, el pampeano habría sido parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), una agrupación de procedencia marxista pero que reivindicó el retorno de Juan Domingo Perón y la historia de ese movimiento. Conformada en 1970, fue parte de los grupos armados que resistieron a la dictadura de la “Revolución Argentina”.
Detención en Ezeiza.
La versión de su familia sobre su detención difiere a la que difundió la prensa. Según esta fuente, indica Cordero, en el año 73 Sosa concurrió el 20 de junio a Ezeiza a la vuelta definitiva de Perón al país con motivo de la llegada de Perón y fue detenido en la Estación Once de Capital Federal cuando esperaba el tren para volver a La Pampa. Se habla de un enfrentamiento armado y de un milagroso tiro de pistola de un compañero que estaba con él y que inutilizó la metralleta con la que iba a dispararles un policía.
Pero su vinculación con la militancia en La Pampa en los años 70 sería conocida por otro caso. El 11 de septiembre de 1973, mientras estaba detenido en Villa Devoto, la justicia federal de la provincia comenzó a investigar una denuncia llegada desde Victorica. De acuerdo a la primera versión de los diarios pampeanos de ese momento, se había encontrado un “arsenal” en esa localidad del oeste y se hablaba de una “célula guerrillera” operando en esa zona. Con los enfrentamientos entre la derecha y la izquierda peronista y las acciones armadas del ERP en el país, la prensa se hacía eco de la violencia y hasta magnificaba cualquier caso que pudiera darse en la provincia.
Fabulación.
En octubre la versión sobre el presunto descubrimiento de un cargamento de armas de guerra en la localidad de Victorica llegó a las redacciones de los diarios pampeanos. La noticia, primero publicada por un matutino piquense y otro medio nacional, aseguró que se habían secuestrado en ese pueblo cerca de “200 armas largas que supuestamente pertenecían a una organización guerrillera”. A simple vista, y con los contactos que se tenían en esa población, los diarios santarroseños percibieron que era una fabulación. Poco después se supo la verdad de los hechos.
A fines de agosto, un vecino victoriquense había denunciado a la policía que “Lalo” Sosa había pedido a personas cercanas que se deshicieran de documentos y publicaciones de la organización revolucionaria y algunas armas escondidas en casas de sus conocidos y familiares. Entre el “arsenal” se contaba un fusil Mauser, un winchester 44, un revólver 38 y una pistola 25 mm. No se conoce si las armas fueron halladas, pero a Sosa que estaba detenido por un hecho, se le adosó otra causa. Poco después, el pampeano sería trasladado al penal de La Plata.
Rebelde.
Aunque no se sabe cuánto tiempo estuvo en la cárcel, “Lalo” Sosa se estableció luego en La Pampa y vivió veinticuatro años en Loventué. En los 90 fue concejal en esa localidad por el partido radical, pero sus enfrentamientos con el intendente rápidamente lo apartaron de la función pública. Las fuentes consultadas indican que se trasladó a Victorica donde se relacionó con gente del nuevo cancionero pampeano. Su familia lo recuerda como “una persona recta, de carácter rebelde, que no toleraba que lo ‘pisotearan’”. Falleció en el 2004 en esa localidad.
(Publicado en La Arena)
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