Dully Ginart de Villarreal es una víctima del grupo de tareas pampeano, pero no declarará en el juicio ya que no puede viajar desde España. Fue detenida en diciembre del 75 en General Pico, y poco después también su esposo. Durante la dictadura compartió el Pabellón 26 con la viuda de David Graiver.
NORBERTO G. ASQUINI
Dully Ginart de Villarreal es una de las víctimas del grupo de tareas de la Subzona 14, casos por los que están siendo juzgados nueve represores pampeanos. Fue capturada en diciembre de 1975 e interrogada en la Seccional Primera, donde recibió golpes. Pasó después dos años en la cárcel de Devoto junto a otras presas políticas. Dully no brindará su testimonio en las audiencias del juicio oral y público por los crímenes cometidos en La Pampa porque está en España y no puede viajar. Pero por primera vez, después de 35 años, relató vía telefónica lo que vivió en manos de militares y policías pampeanos.
En la cama de al lado.
El caso de Dully, nacida hace 54 años -este martes los cumple- en Trenel, tiene otra particularidad. Durante su detención a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, compartió el Pabellón 26 de Devoto con Lidia Papaleo, la viuda de David Graiver, quien denunció el acoso de la dictadura para que vendiera sus acciones de Papel Prensa.
"Cuando nos tocó compartir el pabellón, dormía en la cama de al lado. Recuerdo que cuando llegaron, que eran como diecisiete, eran toda la familia completa y otros funcionarios de las empresas, venían muy sucios, muy mal", afirmó Dully.
"Estuvieron desaparecidos como quince días, creo que en una comisaría o algún otro lugar, secuestrados. Venían sucios, sin comer. Ella no sé si fue golpeada, pero al menos sí fue torturada psicológicamente", dijo la mujer.
Lidia Papaleo es la testigo central de la denuncia del gobierno nacional contra los diarios Clarín y La Nación por la "apropiación" de Papel Prensa en 1976. Papaleo de Graiver fue secuestrada el 14 de marzo de 1977 y llevada al centro clandestino de detención Puesto Vasco, donde fue torturada. El 4 de abril fue trasladada al Pozo de Banfield y allí fue interrogada por el coronel Oscar Gallino. Cayó en desgracia ya que tras la muerte de Graiver, el 9 de octubre de 1976, y la quiebra del grupo empresario, las máximas autoridades del Proceso decidieron liquidar la firma y obligar a los herederos a transferir las acciones de las empresas, como ocurrió con Papel Prensa.
"Lo único que comentó (Papaleo) fue sobre su detención. También sobre el marido, que había muerto al caerse un avión, decía a cada rato que lo habían matado con un atentado. Era una persona muy noble. Yo estaba en la Federación Juvenil Comunista, por lo que mucho más no hablábamos, dadas nuestras diferencias. Mucho no me acercaba, pero era buenísima conmigo", recordó.
Años de militancia.
La familia de Dully se radicó en General Pico en los años 60 y ella cursó sus estudios en la Escuela 57 y luego hizo el bachillerato. En los 70 continuó sus estudios en el Colegio Agrícola de Miramar. Allí conoció a Edgardo Villarreal, que sería su esposo. Y además sospecha que desde la dirección de ese establecimiento surgieron los datos que la llevarían a quedar en manos de la Subzona 14. "Eramos militantes de la Federación Juvenil Comunista, estábamos en el centro de estudiantes del colegio, y "la Fede" no estaba proscripta entonces. Hacíamos alguna pintada cada tanto", relató.
En diciembre de 1975 vivía con su esposo en Temperley en la casa prestada por un amigo, hasta que el matrimonio terminara de construir la propia en un terreno. Ella tenía 19 años y había dejado sus estudios porque había quedado embarazada. Su hijo había nacido hacía cinco meses cuando sus padres la llamaron para que fuera a General Pico de urgencia.
"Mi padre me dijo que había pasado algo grave y que viajara, que me esperaba. Para entonces ya habían allanado su casa. Apenas llegué a Pico, vino un militar (el coronel Oscar) Cobuta y me detuvo. Mi hijo quedó con mi madre. Me dijeron que me iban a detener por 24 horas, pero fue por 24 meses", recordó.
"Con Edgardo pasó lo mismo. Llamó varias veces para preguntar por mí y no le decían qué me había pasado. Vino con el mismo cuento, que yo estaba con problemas. Ahí lo detuvieron", dijo.
"Al principio me llevaron incomunicada a la comisaría de Santa Rosa. Pero el 16 de diciembre nos trasladaron a ambos, junto a otros detenidos, en avión, vendados y golpeados, hasta Campo de Mayo, y luego me llevaron Devoto", indicó.
Golpes en la Primera.
Durante su traslado de General Pico a Santa Rosa, recordó que "cuando me llevaba Cobuta, junto con otro militar de apellido Chacón, despotricaba contra el marxismo, me decía que yo era del ERP o de Montoneros. Me acusaban. En un momento pararon y me dijeron que me bajara del coche, llevaban la pistola al lado. No sé cómo tomé fuerza, pero me quedé, porque pensé que me iban a aplicar la ley de fuga y me iba a matar".
Mientras estuvo en la Seccional Primera de la capital rememoró que fue "interrogada por un capitán, alto, peinado a la gomina, como Hitler". ¿Era el mayor Luis Baraldini?, se le preguntó. "Creo que sí, que ese era el nombre".
Durante esos días, resaltó que le pegaron "una trompada en la cara. Me tenían incomunicada en un calabozo en la comisaría".
La otra lucha.
El 24 de noviembre del 75, Dully ingresó como presa política a Devoto. Sin causa abierta ni juicio, sólo acusada por violar la Ley 20.840, la "antisubversiva", su nombre sería blanqueado poco después de su cumpleaños en septiembre del 77 en una lista de detenidos a disposición del PEN publicada en Clarín. Recién fue liberada el 13 de octubre de ese año. "Fueron dos años de terror", resaltó en la charla.
Después llegarían otras batallas: la pelea por recuperar a su hijo que había quedado en guarda de su madre, y tener que contar por primera vez, y hasta ahora única, lo que le había ocurrido ante un juez piquense. Por orden del magistrado pudo volver a ver a su hijo después de tres interminables años. Y luego llegó la pelea con el hambre que tuvo que sobrellevar un matrimonio que cargaba con el peso de haber sido detenido por la dictadura y no encontraba trabajo. Dully y Edgardo vivieron un año en Pico, donde ella encontró trabajo, hasta que se radicaron definitivamente en Buenos Aires.
Desde hace cinco años, Dully vive en España, y no puede viajar para el juicio. Su verdad esperó 35 años para conocerse, aunque su relato no será parte del debate. Si testimoniará su esposo, Edgardo, ante el Tribunal Oral Federal.
Suerte a esa chica.
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