domingo, 5 de septiembre de 2010
El último escrito de Stieben
Norberto G. Asquini
Controvertido, aborrecido por muchos, admirado por otros, su contradictoria trayectoria finalizó el 20 de noviembre de 1958 cuando se quitó la vida. Un viejo expediente descubre las causas de esa determinación y recrea sus últimos momentos.
Para el historiador Julio Colombato era un hombre "contradictorio", rayano en lo "pro-fascista"; para el investigador Hugo Chumbita un "saltimbanqui político"; para el sociólogo Jorge Etchenique representa una conciencia tortuosa que deambuló por diferentes corrientes ideológicas; y hay quien directamente lo señala como una "nazi".
Enrique Stieben fue sinónimo del intelectual en el incipiente campo cultural pampeano de los años 40 y 50. Para algunos es inclasificable, más allá de su vuelco derechista y autoritario en sus últimos años de vida.
Su final también fue para muchos el broche final a una trayectoria por momentos confusa y por momentos tan extrema como sus posiciones políticas. El 20 de noviembre de 1958, cuando vivía el ostracismo de los años del peronismo proscripto, Stieben se quitó la vida de un disparo en el baño del Hotel Comercio. Ese misterioso suicidio, como mucha de su historia, quedó envuelto en misterios y medias verdades.
Cambios.
Escribir sobre Enrique Stieben es todo un desafío por tratarse sin vueltas del escritor más controvertido de la literatura regional pampeana, cosa que le valió el repudio, el olvido, el odio encomiado de toda un ala progresista de las letras locales. Su trayectoria intelectual para muchos es difusa y contradictoria, tanto que lo llevó a comprometerse con posturas totalmente antagónicas y renegar de su pasado permanentemente. Anarquista, luego socialista positivista defensor de los cánones historiográficos liberales; trastocó su pensamiento a un nacionalismo católico con rasgos integristas; a un férreo rosismo antiliberal que desembocó en la defensa del peronismo más acérrimo. Un escritor sin medias tintas.
Su obra.
En su momento, Rosa Blanca de Morán rescató en su famoso "Plumas y pinceles..." al escritor que con un premio nacional fue el que "sacó del casi anonimato" a la cultura territoriana en los ámbitos porteños.
En la actualidad, su prolífica obra ensayística, geográfica e histórica referida a nuestra provincia ha quedado superada por modernos estudios. Pero durante décadas, y hasta los 70, "La Pampa" fue el manual más utilizado y consultado. Sí ha quedado vigente por su factura literaria y sus historias que son parte del folclore regional su libro de leyendas "Hualicho Mapú". También es de destacar su "Toponimia Araucana", siempre citada.
El olvido de Stieben no es gratuito. Adscribió a posiciones extremas como su vuelco al peronismo en sus últimos años, lo que llevó a quedar relegado en la consideración de muchos escritores pampeanos. Caído el peronismo, resultó para los literatos de izquierda o liberales un personaje marginal. No sólo por su muerte cuando todavía el "campo cultural" pampeano se estaba formando, sino porque hasta en el mismo peronismo siempre se lo miró de reojo, pues su adscripción fue un tanto borrosa y no ajena a planteamientos.
Camino con vaivenes.
Stieben nació en 1893 en Entre Ríos. Hijo de una familia de colonos alemanes, se recibió de maestro normal en la Escuela Normal de Paraná y tras su paso por el sur puntano y el territorio cordobés, se radicó en Vértiz, La Pampa.
El cuestionamiento mayor hacia su persona lo tuvo por los cambios de horizontes en su ideología y sus odios en el momento de mayor virulencia política de la historia argentina.
Si indagamos en su obra de corte histórico y su vida pública, ese recorrido nos permite surcar el intrincado proceso ideológico del escritor que nos entretejen diversas corrientes filosóficas, políticas e historiográficas que discurren en sus páginas y sus posicionamientos partidarios. Con sus mojones, sus marchas y contramarchas, un proceso que abarcó en un cuarto de siglo donde sus variadas posturas intelectuales que pasaron del anarquismo de "Pampa Libre" hasta 1930, al socialismo que lo llevó como concejal de Eduardo Castex. Imbuido de ideas racionalistas, adscribe al anarquismo hasta el 30. Los conflictos y las contradicciones marcaron su derrotero tanto político como ideológico.
Luego de una gran fractura en el anarquismo piquense se instala en Eduardo Castex con su escuela y llega a ser presidente del Concejo Deliberante ya en las filas del socialismo local. Ante la división que se da en 1933 en ese partido y los cuestionamientos por autoritario de sus propios compañeros, nuevamente emprende su rumbo.
A la derecha.
En el área historiográfica, pasó de un positivismo liberal casi biologicista como encontramos en "De Garay a Roca" a un nacionalismo de derecha y popular. El momento de quiebre se da cuando el gobernador general de Brigada Miguel Duval lo incorpora de alguna forma a su staff asesor. En 1939, maestro ya en Anguil, da cinco conferencias radiales acerca de "El pasado y el presente de La Pampa". Intelectual funcional al poder de turno y "orgánico del sistema de derecha", como lo define Claudia Togachinsky, se embarca en un nacionalismo que lo llevará a la vertiente católica en pocos años. Traba amistad con Manuel Gálvez y comienza a contactarse con los grupos revisionistas rosistas, siendo uno de los que integraron el Instituto Juan Manuel de Rosas.
En esa época, el nombre de Stieben, junto al de Oscar Suárez Caviglia aparece en las notas preliminares del estudio de la obra de Juan Manuel de Rosas "Gramática y diccionario de la lengua pampa (pampa-ranquel-araucano)". Este material es revisado y publicado en 1947 por los autores mencionados y revalidado en su prólogo por Gálvez.
En poco tiempo, ya con Juan Domingo Perón como presidente, abraza al peronismo, desde una posición nacionalista que lo llevará por momentos a ser crítico y por momentos a un fervoroso oficialismo, tal como se observa en dos artículos publicados por La Prensa en 1954 y que observa al nuevo movimiento como continuidad de una tradición argentina nacional y popular. Para entonces, es un rosista comprometido. Por entonces, publica en la revista porteña "Dinámica Social", de tendencia ultraderechista y que reunía a otros escritores cultores del "progermanismo y del filofascismo".
Si fue contradictorio en su trayectoria política e ideológica, sumado a una personalidad autoritaria y engreída que le valió muchos enemigos, su muerte suma otro ingrediente más a su vida tan controvertida.
Páginas finales.
En 1958 su estrella había dejado de brillar, sobre todo por los tiempos políticos de persecución y proscripción del peronismo. El 20 de noviembre de ese año Stieben se quitó la vida por razones que, como ocurrió con escritores "suicidas" como Lugones y Quiroga, sus causas entraron en la especulación y la imaginación colectiva.
Cuando se comenzó a investigar sobre sus últimos días aparecieron varias versiones sobre las causas de ese trágico desenlace: por un lado, quienes entendían esa fatídica decisión en el contexto de un exilio interno al que lo habían sumido los antiperonistas locales que no le perdonaron su abierta alineación con el régimen depuesto. Por otro, en las comidillas pueblerinas que cruzan toda historia personal con rasgos trágicos y que ya se van perdiendo con el adiós de muchos protagonistas de esos años, vinculaban ese desenlace a un affaire o un amor no correspondido con una alumna del colegio secundario en el que había dado clases. Los más prácticos y menos dados a prestar oídos a los "chismes de pueblo", hablaron en una enfermedad terminal.
La última nota.
La versión final, y oficial, la dio la investigación policial que se inició sobre su suicidio. Un expediente corto y prolijo que está entre otros muchos en el Archivo de Tribunales. Ahí el instructor de la causa da cuenta que el 20 de noviembre de 1958 el "educacionista jubilado" Stieben salió de su casa ubicada en el barrio Fitte hacia el hotel Comercio donde era pensionista -almorzaba y cenaba allí- en un taxi. Vestía en ese momento saco, pantalón y sombrero, todo en tono gris, camisa gris azulada y moño rojo oscuro. Paró minutos antes en la casa de un amigo, le pidió prestada una pistola Smith Wesson calibre 38 larga, y continuó su camino hacia el hotel. En el hospedaje, subió las escaleras al primer piso y una vez adentro de uno de los baños, se sentó en la bañera y se descerrajó un disparo en el parietal derecho.
Según el testimonio brindado por los empleados del hotel, era una persona "rara", de las que conversaba muy poco. Y destacaron que por entonces se le notaba un decaimiento físico.
Entre las últimas fojas del expediente, se adosó la última nota que dejó Stieben. Estaba escrita en hoja de cuaderno común y finalizaba con una caricatura. Decía:
"Tristes, plúmbeos, pasan los días del reumático, porque nada puede hacer; nada puede emprender; todo lo desalienta, por más fuerte que sea su voluntad. Cualquier actividad, cualquier movimiento le produce dolores insoportables y fiebre difusa que invade el cerebro. Es un pesar atroz. ¡Así el tiempo es tormentoso!... Entonces, entonces duelen los huesos y las carnes. Duele todo y la fiebre es ondulante".
Al momento de quitarse la vida, Stieben tenía 65 años y murió a las 20,50 horas de ese día, poco después de llegar al hospital Lucio Molas.
(Publicado en suplemento Caldenia)
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