domingo, 12 de junio de 2011
Periodismo: atentados en La Pampa de 1920
En la década de 1920 la prensa territoriana sufrió una serie de persecuciones y atentados que no estuvieron ajenos a las intrigas lugareñas y a la competencia política local. Si bien hubo casos anteriores, como el “empastelamiento” a la imprenta del periódico La Pampa Moderna en 1904 o la clausura de otro diario vía gubernamental en 1915, los actos violentos se sucedieron en este ciclo.
Norberto Asquini
Toda población contaba por esos años con su periódico, o al menos su hoja donde se hacían las primeras armas de la prensa territoriana. En la mayoría de los casos estos libelos estaban vinculados a algún sector político o partidista, y aunque sus denuncias no siempre eran imparciales, advertían sobre irregularidades que sucedían en sus pueblos y sus comunas y a las cuales los poderes nacionales no prestaban atención o no tenían competencia.
El primer golpe
En esta lista de ataques a la libertad de prensa uno de los primeros hechos registrados durante este período fue la agresión el 17 de febrero de 1918 al director del bisemanario piquense “Nuevos Rumbos”, Luis Argentó.
El periodista fue atacado en plena calle por el comisario Darío Tamini quien le propinó sendos golpes con una fusta de hierro en la cabeza y luego continuó la golpiza en el suelo apañado por otros cinco agentes. El comisario estaba enojado por varios artículos aparecidos en la hoja los cuáles lo denunciaban por ocultar delitos de varios maleantes y estar de acuerdo con varios ladrones del medio.
Argentó junto con otros dos vecinos que trataron de protejerlo quedaron después detenidos. Poco después, recuerda Jorge Etchenique , se realizó la asamblea de representantes de la prensa territoriana en agosto en la capital territoriana que dejó en claro el repudio colectivo de sus colegas periodistas a este tipo de hechos.
A los palos
La denuncia contra irregularidades ocurridas en las comunas y la mala actuación en varias comisarías pampeanas no terminaron bien para muchos de quienes se animaron a darles estado público a estas práctocas. En la mayoría de los casos, la connivencia de las autoridades intentó ahogar todo tipo de disidencia.
Hay que recordar que eran épocas de fuertes internas, tanto entre caudillos, ya fueran yrigoyenistas y antipersonalistas, como entre radicales y socialistas.
Así en General Acha se produjo en mayo de 1922 uno de estos hechos vinculados a denuncias públicas sobre determinado sector radical. El periodista del periódico “El Social”, Francisco Fuentes Mena, fue golpeado en la calle por tres afiliados radicales y una vez que intervino el comisario en el hecho, la víctima fue detenida y posteriormente el juez de paz lo multó con 50 pesos m/n. por hacer “disturbios” . Fue además conducido en calidad de detenido a la cárcel de Santa Rosa donde lo dejó libre la justicia letrada.
Al año siguiente las crónicas nos refieren dos nuevos atropellos contra hombres de prensa críticos a las comunas locales. En Guatraché el subcomisario Lara golpeó y detuvo al redactor de “El Independiente”, Juan Torres y poco después, nuevamente en General Acha, una persona vinculada a la policía azotó en la vía pública a Andrés Nevares de “El Social” .
Ese año se cerró en octubre con otro hecho de armas: Domingo Alarcón, editor de “El Orden”, de Ingeniero Luiggi, sufrió un atentado. La prensa territoriana indicaba que dos hombres “pagados” ingresaron una noche en su casa y le pegaron con cachiporras y le dispararon varios tiros. Sin embargo, Alarcón repelió los tiros y los ahuyentó de su vivienda .
El enojo del Jefe
El atentado más importante y paradigmático de este ciclo fue sin duda, por sus implicancias, el incendio del edificio y la imprenta del diario La Autonomía el 17 de noviembre de 1924 . No sólo repercutió por el “ejemplo” que se quiso dar y por estar implicado el mismo jefe de Policía, sino porque dejó sin maquinarias para imprimir a otros diarios del territorio que salían de su imprenta y que sufrieron también indirectamente con este ataque.
El jefe policial territoriano, Tomás Black, era atacado insistentemente desde sus páginas por malversación de fondos, defraudación, connivencias con autoridades políticas y abusos de autoridad, actividades amparadas desde la gobernación por Moore. Por ello, Black tramó el atentado. La noche del 17 de noviembre varios hombres llegados desde General Pico arrojaron combustible dentro del edificio y en las máquinas del diario de Marcos Molas en pleno centro santarroseño.
Black fue acusado poco después de instigador del hecho con la complicidad de otro alto oficial y una investigación posterior determinó que los autores materiales del atentado fueron cuatro policías y dos ex presos. El jefe dio en la cárcel con varios de los incendiarios.
¡Vengo a matarte!
Al peligro de los golpes y de perder sus fuentes de trabajo también se agregó la de poner en juego la propia vida. En agosto de 1926 el director del periódico “La Voz de la Conciencia” de Quemú Quemú, Pedro Garay, sufrió un atentado promovido por un dirigente radical del pueblo, según denunciaban los medios capitalinos.
Germinal informaba sobre el atentado que “el caudillo de marras fue instigador y el ejecutor material fue un sujeto Garro de tan malos antecedentes que ha sido hasta empleado de la policía, amén de una muerte hecha en Acha y dos entradas más por lesiones...
Garro fue a casa del ciudadano Garay y exclamando ¡vengo a matarte! le descerrajó cinco tiros sin lograr herirlo.
Luego huyó hasta la intendencia para hacer entrega al excelentísimo presidente municipal del arma. Lo peor del caso es que la policía procedió a detener al ciudadano Garay, quién después recobró su libertad”.
Por último, es de mencionar otro ataque producido el 10 de febrero de 1927 en Doril,a cuando fue agredido a golpes por un subalterno de la policía local el director del semanario “La Democracia” de General Pico y maestro de escuela, Armando Romero Chaves. El agente atacó a golpes de revólver en el rostro al periodísta por condenar el juego en la localidad, actividad que era apañada desde la misma comisaría. Si bien se lo detuvo al policía en General Pico, este huyó poco después ayudado por sus colegas piquenses .
Década peligrosa para la prensa pampeana fue la de 1920, no menos que las posteriores. Estos fueron algunos de los hechos que recuerdan como el periodismo territoriano tuvo que luchar contra la corrupción del poder, siempre en desventaja y con las de perder en la mayoría de los casos.
(Publicado en La Arena)
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