Documentos
inéditos muestran la visión de la izquierda y la derecha del peronismo en los
años 70 sobre La Pampa. "El Descamisado", de la JP, publicó sobre
"los sectores macartistas" contra el gobernador Regazzoli, y la
ultraderecha de "El Caudillo" de la Copdrip como
"delirante" y "sinárquica".
Mostrando entradas con la etiqueta peronismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta peronismo. Mostrar todas las entradas
martes, 27 de noviembre de 2012
domingo, 10 de junio de 2012
Un libro como "agüita fresca"
viernes, 9 de diciembre de 2011
El día de las bombas
sábado, 13 de agosto de 2011
Las milicias obreras del 55 (II parte)
lunes, 1 de agosto de 2011
Las milicias obreras del 55 (I parte)
martes, 21 de junio de 2011
La Resistencia silenciosa (II)
viernes, 17 de junio de 2011
La Resistencia silenciosa (I)
sábado, 21 de mayo de 2011
El "cuartelazo" contra Regazzoli
domingo, 13 de marzo de 2011
Trucco y Celesia, dos historias que se cruzan
Emilce Magdalena Trucco nació en Realicó. Luis Federico Celesia en Santa Rosa y se mudó a fines de los ’60 con su familia. Ambos están unidos por una circunstancia: militaron juntos en Mar del Plata en el peronismo revolucionario y tuvieron que escapar antes del golpe militar cuando los perseguía el Ejército por “subversión”. Finalmente, Celesia fue muerto y Trucco desaparecida entre agosto y septiembre de 1977.
Norberto Asquini y Juan C. Pumilla
miércoles, 9 de marzo de 2011
1951: Una campaña caliente en La Pampa
En noviembre de 1951 los pampeanos votaron por sus convencionales constituyentes y por la reelección del presidente Juan Domingo Perón. En pleno centro de Santa Rosa, durante el acto de cierre de la UCR, en el que estuvieron los candidatos Balbín y Frondizi, radicales y peronistas se trenzaron en un violento enfrentamiento.
Norberto G. Asquini
Norberto G. Asquini
viernes, 4 de marzo de 2011
El bombardeo de Plaza de Mayo
Compartimos este video sobre el bombardeo a Plaza de Mayo en junio de 1955. Un Gloster semejante a los que cometieron esa masacre está emplazado en la Rotonda del Avión, en el ingreso norte de Santa Rosa, desde comienzos de los años 70. (Juan Carlos Pumilla)
jueves, 2 de diciembre de 2010
Los documentos del espionaje policial en La Pampa (I)
Cómo desde Jefatura se controló a los“sospechosos” de los 70. Son informes de un uniformado que hizo “servicio reservado”entre el ‘74 y el ‘76 para el jefe de Policía del gobernador José Regazzoli. Sin embargo, esta metodología la usaron antes y después delgobierno peronista. Cómo eran vigiladas personas, vehículos, grupos y asambleas consideradas “sospechosas”.
Norberto G. Asquini
Norberto G. Asquini
viernes, 26 de noviembre de 2010
La Pampa bajo el Plan Conintes (II)
Segunda parte de las detenciones bajo el Plan Conintes en La Pampa en el año 1960. Luego de los arrestos a dirigentes peronistas de toda la provincia por cuestiones políticas, llegó el turno a los considerados "izquierdistas". El recuerdo de la represión ilegal ocurrida hace cincuenta años en La Pampa.
Norberto Asquini
Norberto Asquini
miércoles, 24 de noviembre de 2010
La Pampa bajo el Plan Conintes (I)
jueves, 30 de septiembre de 2010
Regazzoli vs. la Patria Sindical
En octubre se recordará un hecho vinculado al juicio de la Subzona 14: la muerte de tres sindicalistas en un accidente de ruta, ocurrido en el marco del violento enfrentamiento entre el gobernador Regazzoli y el ala gremial del PJ, encabezada por Aragonés y Marín. La aparición de un sospechoso maletín con las denuncias sindicales.
Norberto G. Asquini
domingo, 5 de septiembre de 2010
El último escrito de Stieben
miércoles, 11 de agosto de 2010
1963: El año de la "rosca" (II)
Norberto G. Asquini
Las conversaciones para un posible frente electoral continuaron entre algunos dirigentes de la UP y los ucristas. A pesar de la censura de los sindicalistas combativos que veían con malos ojos esa confluencia. En tanto, Ananía decidió alejarse de una candidatura y el 23 de mayo, la UP proclamó la fórmula Mariano Fernández para gobernador y Meana como vice.
El 18 de junio, los "popes" peronistas y ucristas se reunieron en Castex para consensuar una lista conjunta. Fue dos días después de que Amit sufriera un accidente en Luján a bordo de un Falcon. Estuvieron Amit, Fazzini y Valenzuela y Ananía, Meana, Serralta, Mónaco y Mariano Fernández, entre otros. Amit pidió que lo votaran a él, y la UP que la fórmula fuera Fernández-Carlos Mattiauda.
El 20 de junio se realizó la convención de la UCRI con el faltazo de los delegados piquenses. Allí se ratificó la adhesión a Solano Lima, lo que provocó una sangría en sus filas, sobre todo en el norte.
El domingo 30 de junio, 37 delegados de la UP discutieron las alianzas y fue unánime la resistencia a Amit.
El voto en blanco.
Pero el gobierno nacional decretó prohibiciones para la UP, proscribió a los neoperonistas para cargos ejecutivos y sólo se les permitió competir para legislativos. Perón ordenó el voto en blanco y así se resolvió en el partido. El 3 de julio, a cuatro días de la elección, los medios publicaron la resolución. En tanto, el PSV y el PC también convocaron a votar en blanco en La Pampa, como los ucristas alejados de Amit.
El 7 de julio se realizaron los comicios y se impondría el radical del Pueblo, Arturo Illia, para presidente, con el 25% de los votos. La vuelta a la normalidad constitucional llevó la mácula de la falta de legitimidad del mandatario.
Para la primera magistratura, en La Pampa el voto en blanco sumó 24.963 boletas, mientras que la UCRI fue la primera minoría con 24.256, convirtiéndose en una de las pocas provincias donde ganó esa fuerza.
Para gobernador se impondría otra vez Amit con 24.514 votos (30%) y la UCRP sacaría 18.906 (23%). La primera minoría sería el voto en blanco con 25.666 sufragios (31%). Ante la cantidad de votoblanquismo y la dispersión de los apoyos, a Amit no le alcanzó para reunir los electores propios necesarios para ser designado por mayoría en el colegio electoral: ese cuerpo quedó conformado por 18 representantes de la UCRI, 14 de la UCRP, 4 de Udelpa y 4 del PDC.
Pero la orden de votar en blanco para los peronistas llegó tarde, o algunos no quisieron cumplirla. La UP consiguió con escasos votos tres diputados provinciales y un concejal en Santa Rosa.
En Santa Rosa se impuso la UCRI para concejales -esa vez de entre los ediles se elegía el intendente- con el 37% y logró 5 bancas de 9. La UP obtuvo el 9% y el voto en blanco llegó al 30%. En General Pico el peronismo fue más "fiel" a las órdenes. El voto en blanco trepó al 35% y la UP apenas tuvo el 4%. Ganaría la UCRP con el 36%.
La gran rosca.
Comenzó en los días siguientes una trabajosa negociación entre los partidos para definir el nombre del próximo gobernador. Frente a un colegio electoral enrevesado, comenzaron las reuniones y charlas. Los radicales del Pueblo decidieron votar a sus propios candidatos. La UCRI habló con el PDC -en La Pampa no se adoptó el criterio de apoyar la fórmula radical con más votos como sí a nivel nacional- y con Udelpa. Se hablaba de la posibilidad de una senaduría para el presidente de este último partido, José Raúl Bauducco, votada por los ucristas. Esto generó el enojo de los demócratas cristianos que rompieron lanzas con Amit el 31 de julio a través de la prensa.
Entretanto, a nivel nacional, se produjo un cisma en la UCRI y en una convención el sector de Alende expulsó a varios "frondicistas".
Detrás de la "gran negociación" en torno a los electores, había otra. El peronismo comenzó a debatir si sus representantes debían asumir o no los cargos obtenidos en las urnas.
El 23 de julio, Matías Figueroa, secretario general de las 62 de la capital, renunció a su banca de diputado, y esa organización repudió la incorporación de los otros legisladores por contravenir la orden de Perón: Rubén Sierra y Carmen Balent de Gallego.
El 28 se realizó una Convención Provincial del peronismo y allí se votaron dos mociones: por la asunción o la dimisión. Se impuso la primera por 128 votos contra 70 y 8 abstenciones. Se aceptó la renuncia de Figueroa y José Eugenio Ferrero ocupó su lugar. El plenario también dispuso la reorganización del peronismo pampeano, lo que provocó numerosas renuncias como las de Olegario Holgado, Froy Regis, Justino García, Matías Figueroa, Serralta, Rubio, Cisneros y Bedis, entre otros.
Por su parte, José Regazzoli renunció a la concejalía de Santa Rosa como también el segundo de la lista, Félix Mariani. Pero el tercero, Raúl Washington González Fernández, asumió la banca.
El peronismo quedó partido, según las caracterizaciones de sus dirigentes y de la prensa, entre "concurrencistas", "confluencistas" o "integristas", y los "intransigentes", "duros" o "puros" o "principistas".
(SIGUE)
martes, 10 de agosto de 2010
1963: El año de la "rosca" (I)
La segunda elección de Amit: En 1963 las elecciones para gobernador en La Pampa terminaron en un "empate técnico". En el colegio electoral, la "muñeca política" de Amit lo llevó a su segunda gobernación de la mano de la UCRI.
Norberto G. Asquini
El 7 de julio de 1963, durante la presidencia de Tomás Guido, se votó para presidente, gobernadores y legisladores, en medio del enfrentamiento entre azules y colorados en el Ejército sobre la "cuestión peronista".
En La Pampa, para entonces, la UCRI era la fuerza mejor organizada. En 1960 había ganado las elecciones para gobernador con Ismael Amit, y quería repetir esa performance. Había igual algunas divisiones entre sus filas: los "blancos" eran mayoría indiscutible detrás de Amit, y los verdes y la línea "La verdad verdadera" de Juan Miguel Abdo, la oposición.
En esos comicios, todos hablaban de frentes a nivel nacional y de una fórmula neoperonista. Y La Pampa no era la excepción. La Arena llegó a publicar ya en febrero de ese año que había contactos entre la UCRI y los dirigentes peronistas seguidores de de Raúl Mattera -que iba ser candidato a presidente- para hacer una lista común.
Por su lado, la otra rama radical, la UCRP, designó el 24 de marzo en Quemú Quemú la fórmula Cirilo Brown y Francisco Torroba. La primera en lanzarse.
Otro partido que asomaba era Unión del Pueblo Argentino (Udelpa), el partido del ex presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu, que a mediados de marzo comenzó con las pegatinas de afiches en General Pico.
Los proscriptos.
Por su parte, el peronismo proscripto, acudiría bajo una sigla neoperonista. Para febrero, los dirigentes piquenses comenzaron a reclamar contra el monopolio santarroseño en la dirección política y orgánica. No era la única división interna que sufría: además de piquenses y santarroseños, estaba la de políticos y sindicalistas, y entre "duros" y "moderados".
El día 26 de marzo, llegó Angel Gianola, enviado del Consejo Superior y Coordinador y se reunió con Mariano Fernández, presidente del Justicialismo, para comenzar a trabajar en la Unión Popular.
El 14 de abril comenzó a organizarse: hubo una convención provincial convocada por la Junta Promotora del PJ en un local céntrico. Se eligieron los precandidatos y hubo preponderancia de los piquenses. Para gobernador se definió una terna, impulsada por los del norte, entre el ex mandatario Salvador Ananía, Pedro Alberto Conchez y Mariano Fernández. Y que José Meana fuera candidato a vice. Los santarroseños se quedaron con algunos diputados provinciales. Se estableció para las candidaturas el cupo del 50% para los sindicalistas, 25% a políticos y 25% la rama femenina. Afuera de la reunión quedaron los disidentes del Partido Laborista y la CGT Auténtica, que no fueron invitados. El delegado se llevó los nombres para ser considerados a nivel nacional.
Volveremos.
Las diferencias no sólo aquejaron al peronismo. A la hora de las candidaturas, en la UCRI los piquenses quedaron relegados y descontentos por no tener lugares. El domingo 21 de abril en Castex, se eligió en un cónclave por votación la fórmula Amit y Pablo Eliseo Grubisich, y sólo Julio Oporto, de Pico, fue designado como posible senador. Poco después, seguidores de la UCRI empapelaron la ciudad con afiches con la cara de Amit y la leyenda "Volveremos".
En junio, la UCRI se dividió entre quienes pretendían un acuerdo con el peronismo a nivel nacional, alentados por Arturo Frondizi, y la línea oficial del partido que quería a Oscar Alende como candidato a presidente. Recuerdan viejos ucristas que estando Alende comiendo con Amit y dirigentes pampeanos en el Hotel Comercio, recibió un llamado que le hizo atragantar la cena. Ahí le informaron que Frondizi no lo iba a apoyar en su candidatura a presidente. Alende saludó enojado, se levantó y se fue.
El sector de Amit había renegado de la línea oficial del partido y respaldó a Vicente Solano Lima, lo que creó aún más diferencias con la dirigencia del norte provincial que eran alendistas. La ruptura era un hecho y a nivel nacional se llegó el 13 de junio a la toma del local central en Buenos Aires del comité central.
En tanto, el 12 de mayo, el Partido Demócrata Cristiano eligió la fórmula que faltaba: Jorge Picca, de Realicó, y Juan Carlos Garat, de Acha. Udelpa llevaría electores provinciales pero no un postulante.
Afuera de esos comicios quedaron el Partido Socialista de Vanguardia y el Comunista, no reconocidos por la justicia.
(SIGUE)
lunes, 2 de agosto de 2010
Marín entre las acusaciones y la victimización
Marín entre las acusaciones y la victimización
Frente al debate sobre la actuación del peronismo en los 70, el ex gobernador queda siempre en el ojo de la tormenta por su responsabilidad política. Entre las duras acusaciones y la reivindicación el costado pragmático de Marín lo señala en las buenas, pero sobre todo en las malas.
NORBERTO G. ASQUINI
La revisión de los crímenes y responsabilidades políticas vinculados al Terrorismo de Estado durante los años 70 es una sombra permanente sobre algunos dirigentes de la sociedad civil que tuvieron actuación en estos tiempos desde hace unos años. Sobre todo en el PJ, partido en el que, según el historiador Vicente Palermo, tuvo militantes "de ambos lados de la picana" -frase que no es nueva, pero sí no muy repetida-. Por eso en esa corriente muchos dirigentes han sido cuestionados por su actuación en la época desde que en 2003 la gestión de Néstor Kirchner -con su política en el tema de derechos humanos- y desde la justicia -con la reapertura de las causas de delitos de lesa humanidad- volvieron a poner en vigencia la revisión de los años 70, antes y después del golpe del 76.
Ese marco nacional abrió la "caja de Pandora" para que cada tanto, el peronismo deba afrontar las responsabilidades que tuvieron algunos de sus dirigentes en la época más negra de los 70. Por supuesto, que en este revisionismo juegan también cuestiones que nada tienen que ver con la memoria y la verdad, como son los intereses políticos donde se mezclan situaciones partidarias y hasta personales en temas que deberían tratarse con mayor altura y rigurosidad.
En todos lados.
En La Pampa, desde 2003, la revisión de lo ocurrido en los años 70 tuvo también un fuerte impulso. Desde la reapertura de la causa contra los represores de la Subzona 14, y para dar un ejemplo de los avances en este sentido, se pudo sistematizar al menos la presencia de más de 270 víctimas del terrorismo de Estado en todo el territorio, listado elaborado por Juan Carlos Pumilla y el autor de esta nota. La provincia no escapó a este marco general del debate, aunque con sus especificidades.
Y por supuesto su discusión, que debería ser mucho más profunda, tiene como protagonistas a las víctimas y los investigadores, por un lado; y a quienes politizan los años 70 por el otro, acicateando el permanente conflicto político que después de 2001 vive el peronismo local. Cada vez que "explota" públicamente este tema, se producen cruces como el que se dio hace poco en el acto a Eva Perón cuando resurgieron acusaciones y se llegó a levantar el tono de las voces.
Pero, como es sabido, la lógica del poder y la necesidad hacen que los debates se disimulen ante las coyunturas políticas y electorales en una convivencia o equilibrio necesarios para la continuidad de esa fuerza en el gobierno.
El gran protagonista.
En La Pampa el gran debate dentro del PJ se ha dado en torno al ex gobernador Rubén Marín. Esto no es gratuito ya que fue el que mayor responsabilidad política tiene en esto: ha sido el político tal vez más influyentes de la provincia desde 1983 en adelante siendo cuatro veces gobernador -además de diputado y senador- y más allá del "otoño" de su carrera política, continúa vigente. Durante los 90 fue el dirigente hegemónico en el PJ local, hasta que en 2003 perdió ese monopolio del poder partidario y comenzaron entonces las miradas acusadoras hacia su pasado, ayudadas por el debate nacional. Además, hay que recordar que entre 1973 y 1976 Marín fue vicegobernador.
Por eso es el blanco de las sospechas y los debates: por la responsabilidad política que le cabe como conductor por décadas del PJ y por su alto cargo en el gobierno peronista de los 70.
Las últimas acusaciones no surgieron de parte de una víctima, como lo hizo con suficiente crédito Raquel Barabaschi quien estuvo detenida en aquellos años, sino del ultravernista Migue Solé, ex funcionario y uno de los integrantes de la denominada "banda de los pampeanos" de la gestión menemista, entre otros antecedentes. Una cuestión de raíces políticas y personales que se mezcla con hechos por demás sensibles.
La lista peronista.
El ex mandatario estuvo en los 70 entre los peronistas que se enfrentaron con el gobernador José Aquiles Regazzoli e intentaron que dejara el cargo. La cara más visible de esta corriente fue el diputado nacional Carlos Aragonés, de la rama sindical. En esa época, entre ambos bandos hubo violentos choques y hasta fuertes acusaciones. Las reuniones con funcionarios nacionales para llevar los reclamos de los sindicalistas contra Regazzoli están documentadas.
Cuando estalló el golpe, y esta es una de las especificidades de la represión ilegal en La Pampa, hubo detenidos de la "izquierda" -la mayoría fue previo al 76-, y entre el peronismo, pero la mayoría de estos últimos estuvo vinculada al gobierno provincial regazzolista. En La Pampa, a diferencia de otros lados, no fueron arrestados los de la JP del ala izquierda, que apenas tuvo demorados. Pero si de la JP del derechista Comando de Organización, aliada al gobernador, y cuyos militantes en otras zonas del país no sufrieron la represión ilegal. También hubo funcionarios provinciales y los estudiantes de la Universidad Tecnológica Nacional de General Pico. El grueso fue del arco regazzolista. Del otro sector, después del 24 de marzo apenas Aragonés pasó por la Unidad Penal 4, y algún otro caso puntual. Desde entonces, la sombra de la "entrega" realizada por Marín y Aragonés de esos nombres a los oficiales de la Subzona 14 no dejó de perseguirlos.
También se recuerda que en 1979, Marín fue abogado defensor de un estanciero que contrató a un grupo de tareas militar de Buenos Aires para hacer una "apretada" en la zona de Victorica.
Argumentos a favor.
Por supuesto que Marín ha tenido otra historia que él reivindica al contrastarla con esa sombra. Apenas asumido su primer mandato, en 1984, inició las actuaciones sumariales contra los oficiales de la Policía provincial que conformaron el grupo de tareas de la Subzona 14. El grueso de esa información es la que los llevó al juicio que comienza hoy en la provincia. Fue uno de los pocos gobiernos provinciales que encaró esta investigación decisiva. Además, en un acto de justicia, reincorporó a todos aquellos prescindidos de la administración pública durante la dictadura militar.
El además ha insistido que estuvo detenido durante algunos días en octubre de 1976 en la Seccional Primera, cuando ya la mayoría de los presos políticos de la provincia habían sido liberados o trasladados.
Aunque esta reivindicación se use como defensa, no alcanza para responder las sospechas sobre la etapa previa, porque en realidad lo que se pretende es conocer su actuación en el lapso anterior y, en particular, su relación con los detentores del poder.
Luces y sombras.
Ante la falta de documentación sobre las acusaciones, se debe analizar la actuación de Marín previa y posterior al golpe desde dos aspectos. Por un lado, su reivindicación es parte de una mirada que ha tenido el peronismo hacia su propia historia. El peronismo ha logrado reinventarse a través de su pasado enalteciendo u ocultando su propia historia, y esto ha sido una de las claves de su permanencia. Mientras Menem pudo levantar la bandera del más crudo liberalismo y de la mal llamada reconciliación nacional, pocos años después el peronismo se encarriló detrás de un proyecto nacional y en la revisión de su pasado setentista.
Marín, en esa revisión obligada por las circunstancias de su pasado en los 70, hace lo propio: echa luz sobre algunos aspectos destacables como el sumario administrativo del 84 o su detención, para ocultar otros oscuros como su enfrentamiento con el otro ala del peronismo local.
Pragmatismo puro.
Frente al uso político de esta visión parcializada del pasado, juega también otra consideración para entender la ubicuidad entre los extremos de una misma persona en su trayectoria -la traición o la reivindicación-. ¿Marín es al final cómplice de la dictadura o, al otro extremo, fue el que permitió juzgar a los represores?
Marín, desde sus inicios en el partido en los 60, siempre tuvo una definición: "yo soy peronista". Esto, además de servirle para impugnar a otros compañeros críticos o corrientes internas, le permitió públicamente cobijarse en los circunstanciales espacios nacionales de poder: desde el ala derecha gremial de los años 70, que comandaba Lorenzo Miguel, hasta su actual kirchnerismo; pasando sucesivamente por la renovación del cafierismo y el neoliberalismo menemista, sin empacho ni dobleces. En síntesis, en este plano, siempre cayó parado. En la cuestión de los derechos humanos pasó de la investigación en los 80 a la teoría de la reconciliación y el olvido en los 90, para reinventarse en el 2000 junto al kirchnerismo.
Desde esta visión pragmática, las dos visiones de la historia pueden llegar a convivir en el mismo personaje. Desde otro punto de vista, hoy el sumario administrativo del 84 toma entidad histórica cuando los represores pampeanos serán juzgados a raíz de esa investigación promovida por su gestión. Pero no alcanza eso sólo para deslindar las responsabilidades de los 70. La responsabilidad de su sector en los años 70 fue obvia al ser el peronismo que no fue castigado en la provincia con las detenciones como ocurrió con sus opositores internos.
Marín fue en esa coyuntura un dirigente de peso en las decisiones que se tomaron desde el ala sindical. Haya o no documentación al respecto, por su figura en la política provincial y su alto cargo en los 70, debe dar cuenta de las sombras de su pasado.
Frente al debate sobre la actuación del peronismo en los 70, el ex gobernador queda siempre en el ojo de la tormenta por su responsabilidad política. Entre las duras acusaciones y la reivindicación el costado pragmático de Marín lo señala en las buenas, pero sobre todo en las malas.
NORBERTO G. ASQUINI
La revisión de los crímenes y responsabilidades políticas vinculados al Terrorismo de Estado durante los años 70 es una sombra permanente sobre algunos dirigentes de la sociedad civil que tuvieron actuación en estos tiempos desde hace unos años. Sobre todo en el PJ, partido en el que, según el historiador Vicente Palermo, tuvo militantes "de ambos lados de la picana" -frase que no es nueva, pero sí no muy repetida-. Por eso en esa corriente muchos dirigentes han sido cuestionados por su actuación en la época desde que en 2003 la gestión de Néstor Kirchner -con su política en el tema de derechos humanos- y desde la justicia -con la reapertura de las causas de delitos de lesa humanidad- volvieron a poner en vigencia la revisión de los años 70, antes y después del golpe del 76.
Ese marco nacional abrió la "caja de Pandora" para que cada tanto, el peronismo deba afrontar las responsabilidades que tuvieron algunos de sus dirigentes en la época más negra de los 70. Por supuesto, que en este revisionismo juegan también cuestiones que nada tienen que ver con la memoria y la verdad, como son los intereses políticos donde se mezclan situaciones partidarias y hasta personales en temas que deberían tratarse con mayor altura y rigurosidad.
En todos lados.
En La Pampa, desde 2003, la revisión de lo ocurrido en los años 70 tuvo también un fuerte impulso. Desde la reapertura de la causa contra los represores de la Subzona 14, y para dar un ejemplo de los avances en este sentido, se pudo sistematizar al menos la presencia de más de 270 víctimas del terrorismo de Estado en todo el territorio, listado elaborado por Juan Carlos Pumilla y el autor de esta nota. La provincia no escapó a este marco general del debate, aunque con sus especificidades.
Y por supuesto su discusión, que debería ser mucho más profunda, tiene como protagonistas a las víctimas y los investigadores, por un lado; y a quienes politizan los años 70 por el otro, acicateando el permanente conflicto político que después de 2001 vive el peronismo local. Cada vez que "explota" públicamente este tema, se producen cruces como el que se dio hace poco en el acto a Eva Perón cuando resurgieron acusaciones y se llegó a levantar el tono de las voces.
Pero, como es sabido, la lógica del poder y la necesidad hacen que los debates se disimulen ante las coyunturas políticas y electorales en una convivencia o equilibrio necesarios para la continuidad de esa fuerza en el gobierno.
El gran protagonista.
En La Pampa el gran debate dentro del PJ se ha dado en torno al ex gobernador Rubén Marín. Esto no es gratuito ya que fue el que mayor responsabilidad política tiene en esto: ha sido el político tal vez más influyentes de la provincia desde 1983 en adelante siendo cuatro veces gobernador -además de diputado y senador- y más allá del "otoño" de su carrera política, continúa vigente. Durante los 90 fue el dirigente hegemónico en el PJ local, hasta que en 2003 perdió ese monopolio del poder partidario y comenzaron entonces las miradas acusadoras hacia su pasado, ayudadas por el debate nacional. Además, hay que recordar que entre 1973 y 1976 Marín fue vicegobernador.
Por eso es el blanco de las sospechas y los debates: por la responsabilidad política que le cabe como conductor por décadas del PJ y por su alto cargo en el gobierno peronista de los 70.
Las últimas acusaciones no surgieron de parte de una víctima, como lo hizo con suficiente crédito Raquel Barabaschi quien estuvo detenida en aquellos años, sino del ultravernista Migue Solé, ex funcionario y uno de los integrantes de la denominada "banda de los pampeanos" de la gestión menemista, entre otros antecedentes. Una cuestión de raíces políticas y personales que se mezcla con hechos por demás sensibles.
La lista peronista.
El ex mandatario estuvo en los 70 entre los peronistas que se enfrentaron con el gobernador José Aquiles Regazzoli e intentaron que dejara el cargo. La cara más visible de esta corriente fue el diputado nacional Carlos Aragonés, de la rama sindical. En esa época, entre ambos bandos hubo violentos choques y hasta fuertes acusaciones. Las reuniones con funcionarios nacionales para llevar los reclamos de los sindicalistas contra Regazzoli están documentadas.
Cuando estalló el golpe, y esta es una de las especificidades de la represión ilegal en La Pampa, hubo detenidos de la "izquierda" -la mayoría fue previo al 76-, y entre el peronismo, pero la mayoría de estos últimos estuvo vinculada al gobierno provincial regazzolista. En La Pampa, a diferencia de otros lados, no fueron arrestados los de la JP del ala izquierda, que apenas tuvo demorados. Pero si de la JP del derechista Comando de Organización, aliada al gobernador, y cuyos militantes en otras zonas del país no sufrieron la represión ilegal. También hubo funcionarios provinciales y los estudiantes de la Universidad Tecnológica Nacional de General Pico. El grueso fue del arco regazzolista. Del otro sector, después del 24 de marzo apenas Aragonés pasó por la Unidad Penal 4, y algún otro caso puntual. Desde entonces, la sombra de la "entrega" realizada por Marín y Aragonés de esos nombres a los oficiales de la Subzona 14 no dejó de perseguirlos.
También se recuerda que en 1979, Marín fue abogado defensor de un estanciero que contrató a un grupo de tareas militar de Buenos Aires para hacer una "apretada" en la zona de Victorica.
Argumentos a favor.
Por supuesto que Marín ha tenido otra historia que él reivindica al contrastarla con esa sombra. Apenas asumido su primer mandato, en 1984, inició las actuaciones sumariales contra los oficiales de la Policía provincial que conformaron el grupo de tareas de la Subzona 14. El grueso de esa información es la que los llevó al juicio que comienza hoy en la provincia. Fue uno de los pocos gobiernos provinciales que encaró esta investigación decisiva. Además, en un acto de justicia, reincorporó a todos aquellos prescindidos de la administración pública durante la dictadura militar.
El además ha insistido que estuvo detenido durante algunos días en octubre de 1976 en la Seccional Primera, cuando ya la mayoría de los presos políticos de la provincia habían sido liberados o trasladados.
Aunque esta reivindicación se use como defensa, no alcanza para responder las sospechas sobre la etapa previa, porque en realidad lo que se pretende es conocer su actuación en el lapso anterior y, en particular, su relación con los detentores del poder.
Luces y sombras.
Ante la falta de documentación sobre las acusaciones, se debe analizar la actuación de Marín previa y posterior al golpe desde dos aspectos. Por un lado, su reivindicación es parte de una mirada que ha tenido el peronismo hacia su propia historia. El peronismo ha logrado reinventarse a través de su pasado enalteciendo u ocultando su propia historia, y esto ha sido una de las claves de su permanencia. Mientras Menem pudo levantar la bandera del más crudo liberalismo y de la mal llamada reconciliación nacional, pocos años después el peronismo se encarriló detrás de un proyecto nacional y en la revisión de su pasado setentista.
Marín, en esa revisión obligada por las circunstancias de su pasado en los 70, hace lo propio: echa luz sobre algunos aspectos destacables como el sumario administrativo del 84 o su detención, para ocultar otros oscuros como su enfrentamiento con el otro ala del peronismo local.
Pragmatismo puro.
Frente al uso político de esta visión parcializada del pasado, juega también otra consideración para entender la ubicuidad entre los extremos de una misma persona en su trayectoria -la traición o la reivindicación-. ¿Marín es al final cómplice de la dictadura o, al otro extremo, fue el que permitió juzgar a los represores?
Marín, desde sus inicios en el partido en los 60, siempre tuvo una definición: "yo soy peronista". Esto, además de servirle para impugnar a otros compañeros críticos o corrientes internas, le permitió públicamente cobijarse en los circunstanciales espacios nacionales de poder: desde el ala derecha gremial de los años 70, que comandaba Lorenzo Miguel, hasta su actual kirchnerismo; pasando sucesivamente por la renovación del cafierismo y el neoliberalismo menemista, sin empacho ni dobleces. En síntesis, en este plano, siempre cayó parado. En la cuestión de los derechos humanos pasó de la investigación en los 80 a la teoría de la reconciliación y el olvido en los 90, para reinventarse en el 2000 junto al kirchnerismo.
Desde esta visión pragmática, las dos visiones de la historia pueden llegar a convivir en el mismo personaje. Desde otro punto de vista, hoy el sumario administrativo del 84 toma entidad histórica cuando los represores pampeanos serán juzgados a raíz de esa investigación promovida por su gestión. Pero no alcanza eso sólo para deslindar las responsabilidades de los 70. La responsabilidad de su sector en los años 70 fue obvia al ser el peronismo que no fue castigado en la provincia con las detenciones como ocurrió con sus opositores internos.
Marín fue en esa coyuntura un dirigente de peso en las decisiones que se tomaron desde el ala sindical. Haya o no documentación al respecto, por su figura en la política provincial y su alto cargo en los 70, debe dar cuenta de las sombras de su pasado.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)