El sindicato de empleados municipales de Santa Rosa fue uno de los gremios más movilizados en los 70. La lucha por el reconocimiento de una línea combativa llevó al enfrentamiento con el intendente y la toma del municipio, reprimida por la policía en pleno centro de la capital.
Norberto G. Asquini
En mayo de 1973 asumió la intendencia de Santa Rosa el mofepista Ramón Turnes. Por entonces, al calor de una época politizada y radicalizada en todos los órdenes, encendida por la lucha contra la dictadura saliente y enfervorizada por la vuelta de la democracia o los aires de liberación, hubo varios movimientos sociales que se pusieron en marcha en la provincia. Uno de ellos fue el de los municipales agrupados en el SOEM, cuya conducción lo llevaría a ser uno de los sindicatos más combativos de la etapa que se cerró el 24 de marzo del 76.
No fue fácil la coexistencia con un gobierno de derecha. El 14 de septiembre del 73, en el marco de un reclamo salarial, se produjo la primera huelga con olla popular que finalizó 48 horas después que se aprobaran aumentos. Las represalias se hicieron sentir sobre los cabecillas del comité de lucha, Miguel Maldonado y Ovidio Valcarcel, pero Turnes tuvo que dar marcha atrás ante la protesta de los trabajadores.
Por entonces, el sindicato era dirigido por la Lista Verde, que agrupaba al peronismo. La otra agrupación en la que estaba dividido el gremio eran los disidentes del MURS, en el que militaban jóvenes combativos como Maldonado.
Las posiciones moderadas de la conducción procegetista promovieron un movimiento de bases agitado por el MURS y al que se sumaron trabajadores mayores como los placeros y mujeres. Esta agrupación encabezó entonces la renovación de la conducción en el gremio.
Asamblea agitada.
El 7 de diciembre, el núcleo combativo convocó a una asamblea en el salón del Concejo Deliberante de la que participaron la mayoría de los trabajadores municipales que defenestraron a la comisión directiva del gremio.Los municipales pidieron la renuncia de las autoridades y nombraron a Roque Pisa, Ernesto Mansilla y Maldonado para que asumieran la conducción provisoria.
Los directivos expulsados plantearon ante la Confederación de obreros y empleados municipales (Coema) su reclamo y un interventor los repuso nuevamente. El sector combativo volvió a convocar a una asamblea y llamó a elecciones internas.
El 28 de febrero del 74 los municipales votaron. Ante la negativa de Turnes de prestar las instalaciones de la comuna y de algunos sindicatos que no quisieron dar sus locales, los combativos con la Lista Blanca instalaron los comicios en las calles: las mesas fueron ubicadas en la vereda de la Plaza San Martín, frente al municipio, y el cuarto oscuro en una casilla rodante. Un amplio triunfo logró la Blanca que obtuvo el 67% de los votos del padrón de afiliados, unos 196 apoyos. Pero la votación no fue reconocida por la CGT. El clima se enrareció y terminó por embarrar a la intendencia por no reconocer a la conducción avalada por los votos de los afiliados.
A la acción.
Los obreros rebeldes pasaron entonces a la acción. El 17 de mayo, pocos minutos después de la medianoche, una manifestación de trabajadores se congregó frente al edificio comunal. Cuando llegaron a la sede se encontraron con una fuerte vigilancia policial. Tras una serie de gestiones, el intendente accedió a recibir a tres delegados, ante quienes justificó su actitud de no emitir opinión sobre la legitimidad de la nueva conducción ya que iba a dejar el cargo el 25 de mayo. Cuando salieron los representantes, se inició en la misma vereda una reunión en la que se determinó una huelga general por tiempo indeterminado.
En la mañana del sábado 18 de mayo se realizó una asamblea frente al municipio con la presencia de varios sectores políticos y estudiantiles. Ante decenas de personas hablaron el diputado nacional Héctor Sandler -que realizaba una visita a la capital-, el periodista Raúl C. D’Atri y Maldonado. Los trabajadores aclamaron el camino combativo y se pasó a un cuarto intermedio hasta el lunes. Mientras tanto, esa noche, Turnes aseguraba por la radio local que iba a garantizar con la policía el desempeño laboral de los obreros.
Avenida cortada.
El lunes 20 unos 200 manifestantes se concentraron a las 8 frente al municipio, colocaron carteles a lo ancho de la calzada y cortaron el tránsito de la avenida San Martín. “Pueblo que escuchas, únete a la lucha” y “Que salga el intendente, estamos aquí presentes” eran las consignas. Mientras, un cordón policial se colocaba a media mañana en la vereda de enfrente. Cuando los uniformados arremetieron y quisieron retirar los carteles, empezaron los forcejeos y casi derivó en un enfrentamiento.
Minutos después, un camión de asalto frenó a pocos metros y varios efectivos bajaron muñidos de lanzagases y bastones. Ante esta situación, los obreros se sentaron en la vereda esperando el desalojo. Sin embargo, los policías se retiraron sin reprimir ante la resolución de los huelguistas y la mirada curiosa de la gente.
Los municipales improvisaron después del mediodía una olla popular en la vereda con mate cocido y sánguches, y ofrecieron el almuerzo a los policías.
Todo hacía prever un final violento ante las posiciones a ultranza: el intendente pidió esa tarde que fuera a conversar una delegación, mientras que los obreros reclamaron que él saliera a dar la cara. También un vocero del gobernador José Regazzoli se acercó y les dijo que fueran hasta Casa de Gobierno; pero los huelguistas le retrucaron que lo querían al mandatario en la plaza.
Horas después, una delegación fue a hablar con Regazzoli, quien prometió la mediación del Departamento de Trabajo.
Olla a presión.
El martes 21 los municipales se congregaron otra vez ante la comuna y al mediodía se hizo una olla popular. La huelga era total: el lunes se habían presentado a trabajar 20 de las 350 empleados de planta; el martes no había ido ninguno.
A las 18.30, unas 200 personas encabezadas por Maldonado -también se encontraban dirigentes y militantes populares como el universitario José Mendizabal y el periodista Jorge Roó- decidieron marchar hasta Casa de Gobierno para tener una nueva audiencia con el gobernador. Al grito de “Si llueve, si llueve de aquí nadie nos mueve”, quedaron de guardia frente al municipio unos cincuenta trabajadores. Tras esperar en los pasillos oficiales, cinco huelguistas fueron recibidos por Regazzoli y parte del gabinete. El mandatario se limitó a decirles que el gobierno provincial no podía hacer nada.
Sobre la actitud asumida por el gobernador no se concuerda y fue muy ambigua según los testimonios recolectados. Los municipales esperaban que de un dirigente popular podía surgir una intervención a su favor. Pero seguramente el gobernador estaba condicionado por los jefes sindicalistas del peronismo que veían a los disidentes del SOEM como “marxistas”.
Frustrado el intento, los delegados volvieron hasta la sede municipal, realizaron una marcha en torno a la plaza y luego se hizo un acto popular frente a la comuna donde Maldonado habló subido a la caja de una pick up, usada a modo de palco.
A la toma.
Entre los manifestantes ya había surgido durante esas horas la consigna de la toma del edificio. Y no se hizo esperar. Eran las diez de la noche y sobre la camioneta terminó de hablar un dirigente, cuando Mendizábal recibió la sugerencia de los trabajadores: “Hablá vos y levantá todo, que este acto se cae”.
Iniciado el discurso, Mendizábal elevó el tono en un momento y dijo: “...y por eso se toma la municipalidad”.
Entonces, tres trabajadores ingresaron a la comuna y abrieron las puertas de acceso. Hubo forcejeos con un oficial y tres guardias de Infantería hasta que entraron como una tromba decenas de municipales con lo más exaltado de los manifestantes. Los policías desbordados fueron preservados por un cordón de empleados hasta que llegó un comisario y tras parlamentar con los ocupantes pudieron salir.
Minutos después, llegaba el despliegue policial por las calles laterales al municipio con carros de asalto y policías con lanzagases, garrotes, pistolas y ametralladoras seguidos de ambulancias y bomberos. El operativo rodeó el edificio comunal y cortó el tránsito de la cuadra.
(Publicado en Caldenia)
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